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Cuando se habla de la pérdida de un bebé, no se trata sólo del tiempo de embarazo

Cuando se habla de la pérdida de un embarazo, la gente suele reducirlo a las semanas que duró éste, pero nunca se trata sólo de eso.
Foto de archivo de mujer embarazada
Foto de archivo de mujer embarazadaPixabay / Pixabay

Cuando las mujeres descubren que perdí un bebé durante la vigésima semana de embarazo, a menudo me hablan de su propia pérdida, pero reducen su importancia al decir que eran "sólo" seis semanas, ocho semanas o el tiempo dado de embarazo en el que se produjo su pérdida. Por lo general, hacen un seguimiento de esa declaración "única" diciendo algo como que su pérdida no se compara con la mía.

Foto: Getty Images

Y supongo que he dicho o pensado alguna variación de las mismas palabras. Al hablar de mi primer pérdida frente la segunda, lo he reducido a que no fue más que un percance médico que ocurrió cuando estaba embarazada "sólo" de seis semanas. Y al enterarme de la pérdida de otra persona, he considerado cuánto peor podría haber sido perder a mi bebé a las 40 semanas en lugar de a "solo" 20 semanas.

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Pero ahí radica el problema. Está en la comparación. Es al pensar que un embarazo, una vida, es más importante que otro en función de su duración. Es al pensar que la pérdida de un bebé que era demasiado pequeño para ser visto o retenido, es menos importante que el bebé que era lo suficientemente grande para una cuna, pero que en su lugar fue puesto en un ataúd.

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La verdad es que mis pérdidas no son más o menos significativas que las de los demás. Ya sea a las seis o a las 20 semanas, me he perdido las mismas cosas que todas las demás madres que perdieron a un bebé. Me he perdido toda la vida de conocer a dos de mis hijos. Me he perdido de vivencias importantes y celebraciones. Me he perdido los momentos mundanos que habrían creado la mayoría de los recuerdos con los dos bebés que no llegaron a casa.

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No conozco los detalles de la pérdida de nadie, ni puedo decir que sé exactamente cómo se vieron afectados por la muerte de ese bebé. Pero sí sé que no se trata sólo de las semanas en la pérdida del embarazo. No en mi caso ni en el de nadie más.

Hay un "YA".

Hubo un embarazo que YA había progresado a las seis u ocho o 20 semanas de gestación. YA existía la vida, como lo demostraron los ultrasonidos. YA se escuchaba el latido de un corazón, ya fuera por un día, un mes o más. YA existía una conexión entre madre y bebé.

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Y YA había un amor plantado profundamente en el corazón de una madre. Un amor que YA había comenzado a crecer desde el momento en que apareció el primer signo de vida en una prueba de embarazo.

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No importa si un embarazo "sólo" duró unas pocas semanas. No importa si fue una pérdida temprana o una pérdida tardía. Lo que importa es que ya existía un bebé que fue amado inmensamente. Y el amor no se puede medir en semanas.

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