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"No puedo estar en dos lugares a la vez": No más culpa por ser una madre trabajadora

El no poder estar en la vida de los hijos y en el trabajo a la vez, debe dejar de provocar culpa en las mamás ocupadas de proveer a sus familias.

Era el final del año escolar y mi hija de jardín de niños, Adeline, llegó a casa con una carpeta roja llena de hojas de trabajo y proyectos de papel. Uno era un "libro" engrapado que recapitulaba su año escolar. Cada página tenía letras escritas en el jardín de infantes que explicaban su escuela, amigos y recuerdos, con ilustraciones en crayones. Ya sabes, las figuras de palo con cabezas desproporcionadas y sin narices.

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Mientras hojeaba el paquete, sonriendo y captando todo, vi una cuadrícula titulada "Mis cuatro recuerdos del año". En el cuadrante inferior izquierdo estaba "Papá" con un dibujo de Adeline y su papá en su salón de clases.

Foto: Jessica N. Turner / Today.com

En lugar de verlo por lo que era: un precioso dibujo de una niña que amaba que su papá viniera a su clase, todo lo que vi fue que no estaba mamá en la foto. La simple ilustración de Adeline hecha con crayones resultó en una gran culpa para mamá; todas las dificultades de ser una madre trabajadora que se siente demasiado ausente. Fue la gota que derramó el vaso. Lo miré e inmediatamente comencé a llorar, con grandes lágrimas de cocodrilo cayendo por mis mejillas.

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Mi esposo, Matthew, se asombró de mi arrebato: "¿Por qué estás llorando?", preguntó. "Porque ella recordará que tú estabas en la escuela y yo en una oficina", fue mi rápida respuesta.

Foto: Getty Images

Adeline estaba allí cuando todo esto sucedió, y mi reacción la hizo responder. Puso su pequeña mano con hoyuelos en mi brazo y, mientras me reconfortaba, dijo: "Mamá, lo siento. Olvidé cuando viniste a la fiesta de San Valentín y nos tomamos fotos". Me sequé las lágrimas y le dije que no se disculpara y que no tenía intención de llorar. La abracé con fuerza y ​​traté de componerme.

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Después de que Adeline salió de la habitación, Matthew y yo hablamos sobre cómo me sentía. Me recordó que yo soy una buena madre que está ahí para nuestros hijos todo el tiempo. Y recordarán que su madre los amó profundamente y estuvo presente en sus vidas al mismo tiempo que trabajó duro y tuvo una carrera exitosa.

Foto: Jessica N. Turner / Today.com

Nuestra charla me hizo sentir mejor en el momento. Pero la verdad es que, más de un año después, mientras escribo estas palabras, sigo llorando. Porque esa culpa de la mamá trabajadora es algo real. Amo mi trabajo. Amo a mis hijos. Y, desafortunadamente, no puedo estar en dos lugares a la vez. En nuestra familia, eso significa que me pierdo muchas tareas del día.

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Afortunadamente, he aprendido que no se trata de la cantidad de tiempo que tengo con mis hijos, sino de la calidad de ese tiempo. Por lo tanto, aunque no puedo asistir a cada evento en la escuela y ser voluntaria para excursiones, puedo acurrucarme con ellos para contarles un cuento en la noche y organizar nuestros propios "viajes de campo" los fines de semana.

Foto: Getty Images

No necesito sentirme culpable por trabajar. Mi trabajo ayuda a proveer a nuestra familia, me brinda mucha satisfacción y enseña a mis hijos que el trabajo tiene valor.Cuando mis hijos crezcan, quiero que recuerden que tenían una madre muy trabajadora, genuinamente interesada en sus vidas. Anoche, cuando acosté a mi hija, me abrazó el cuello y me dijo: "Eres la mejor mamá del mundo".

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Me reí y dije: "¡Bueno, tal vez no de todo el mundo!". La cosa es que solo necesito ser la mejor mamá de su mundo. Y si ella lo cree, yo también lo voy a hacer realidad. Incluso si no aparezco en sus dibujos del paquete escolar de fin de año.

Extraído del libro de Jessica N. Turner: Stretched Too Thin: How Working Moms Can Lose the Guilt, Work Smarter, and Thrive.

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