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El blog de Maritza Rodríguez: ¿comer por hábito o para nutrirnos?

La famosa mamá comparte sus tips para inculcarle buenos hábitos nutricionales a los hijos

El gusto por la comida es algo que creemos que nace con nosotros, que es nuestro, de hecho a veces decimos "es que a mí no me gusta el pepino o el arroz integral". Pero realmente ¿creen que nuestros gustos o modos de comer los traemos como un chip que no podemos cambiar? ¿O sólo repetimos de manera mecánica los gustos alimenticios que vimos en nuestras casas al crecer?

Por ejemplo, recuerdo que cuando era niña mis padres no nos dejaban comer a mis hermanos y a mi comida rápida o dulces. Esto generó en nosotros un hábito que hoy lo veo como una suerte que tengo, pues en realidad no se me pasa por la mente comer ese tipo de comida. Sin embargo, y como es costumbre en nuestras culturas, sí nos hacían comer harinas y fritos que cocinaban en casa con la mentalidad de que si era hecho en casa, era sano. Ahora, no busco con eso culpar a mis padres de inculcarnos malos hábitos alimenticios, sino explicar un punto importante a la hora de concientizarnos en el poder que tienen nuestros hábitos a la hora de influenciar a nuestros hijos.


Gracias a que soy una figura pública estoy expuesta constantemente a nuevos y diversos estilos de vida que se enfocan en una onda sana basada en una alimentación balanceada. La presión que manejo por verme bien, que en gran parte recibo por mi trabajo, y que por otro lado me autogenero para que me guste la imagen que veo de mí en el espejo, la canalizo cambiando cada vez más antiguos hábitos que quizá no consideraba dañinos en un momento.

Hoy en día con todo esto de las redes sociale, tenemos acceso directo a expertos que comparten su conocimiento vía Instagram o Facebook con nosotros y cada vez más he notado que hay una frase que parece prevalecer entre estos “gurús” de la vida sana: “No es hacer dieta, es saber comer”. Y honestamente pienso que este concepto básico es real, y es aquí donde entra mi punto: ¿por qué no aprender a comer con responsabilidad como debe ser y no esperar a ver los cambios en nuestro cuerpo por años de mala nutrición para cambiar nuestros hábitos?

Y por mis experiencias ahora como mamá me pregunto: ¿por qué no empezar desde ahora a generar buenos hábitos alimenticios ahora que nuestros hijos empiezan esa etapa de comer comida solida? ¿Por qué no enseñarles que además de nutritivas las verduras son riquísimas, y que las frutas se convierten en nuestras aliadas cuando empiezan el proceso de morder con sus pequeños dientes? ¿Acaso no es esto mejor que darles una galleta?

Yo no pretendo ser una madre aprensiva ni maniática, haciendo seguir a mis hijos lo que normalmente  veríamos como “dieta”, pero sí prefiero que mis hijos aprendan desde el principio que la esencia de comer es nutrir nuestro cuerpo. Quiero ver que ellos puedan en un futuro hacer las elecciones correctas a la hora de comer por su propia cuenta, y no lo hagan solo cuando están en casa porque deben seguir lo que sus padres dicen. Y esto es algo que sé que puedo lograr dándoles nosotros mismos como padres el ejemplo, comiendo sano, cuidando a nuestro cuerpo de adentro hacia afuera pues es nuestro templo.

Hace poco un amigo me compartió esta reflexión: "si a mi carro le pongo la mejor gasolina y lo llevo al mejor taller, ¿porque no he de hacer lo mismo conmigo?" Y ¡tiene razón!  Debo de darle a mi cuerpo lo que lo haga funcionar de la mejor manera y nuestro cuerpo funciona a nivel molecular. Los micronutrientes que le damos son la base de nuestra salud física. Cuando estamos sanos físicamente y nuestro cuerpo logra llegar a un punto de equilibrio, nuestra conexión espiritual es más fluida, podremos oír más fácilmente esa voz que nos dice cuando estamos perdidos, por donde debemos continuar. ¿No lo creen? ¡Hagan la prueba!

Cuando salgo con mis bebés a menudo veo a otros niños comiendo papas fritas, galletas o chocolate. Luego veo lo que yo tengo de snack para mis hijos como una manzana, un banano o pedacitos de zanahoria y pienso… “por Dios, ¿no queremos lo mejor para nuestros hijos? ¿Por qué les damos la peor opción? Si a nosotros a esta edad nos cuesta cambiar nuestros hábitos alimenticios, ¿por qué hacer que nuestros hijos pasen por esta misma dificultad? ¿Por qué no ahorrarles este equivocado camino?

La vida saludable se puede empezar a temprana edad, y es más fácil aún si hacemos que nuestros hábitos vengan de una mentalidad con conciencia. Comer lo que queramos es una actitud muy egoísta con nuestra salud. Sabes que no es bueno pero igual lo comes porque te quitas las ganas. Y la necesidad diaria que tiene tu cuerpo de nutrientes para mantenernos sanos la hacemos a un lado como algo insignificante, solo por satisfacer durante unos minutos las ganas de comer algo.

Para todo hay un momento, y en esa regla también cabe el comer cosas que sabemos no son las más alimenticias. No pretendo decirles que se priven de ciertas comidas sólo porque no son sanas. Sólo les sugiero que lo hagan con moderación. Al final del día tengan claro que solo podemos consumir una cierta cantidad de comida al día. Al no consumir alimentos que nos nutran, estamos privando a nuestro cuerpo de lo que en realidad necesita. Vean cada comida como una oportunidad de devolverle al cuerpo el favor que nos da cada día de ser, de dejarnos vivir en él y hacer las cosas que queremos y que le dan sentido a nuestras vidas.

Si por tus hijos cambias hábitos errados de nutrición, será bueno para TODOS en tu hogar y les dejarás una gran herencia para que sea reproducida de generación en generación. Aquí te doy algunos tips que a mí me funcionan de maravilla con mis hijos:


- Recuerda siempre: es mejor una fruta que un snack procesado y con químicos
- Es importante que tus hijos vean que lo que dices que coman, lo comes tú también.
- Haz de las verduras una experiencia divertida, hay deliciosas formas de prepararlas. En internet puedes encontrar muchas ideas.
- No olvides saborear los alimentos, agradecer por ellos. Enséñales eso a tus hijos, esto hace del momento de comer, un momento espiritual, un compartir sublime en las familias.

Comer es un maravilloso acto de compartir y que lindo compartir lo mejor de manera natural.

¡Hasta la próxima amigas!

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