Muchas veces la vida, por oportunidad o necesidad, nos lleva a alejarnos de nuestra casa, nuestro hogar. Es entonces cuando comenzamos a extrañar la calle en la que crecimos, los amigos de la infancia, las mascotas; y hasta el ruido que antes nos molestaba se convierte en una melodía nostálgica.
Es lógico recordar y extrañar nuestras raíces y costumbres; pero también es importante reconocer y enfocarse en la razón que nos trajo al lugar donde nos encontramos ahora. Los viejos amigos, las calles de la infancia, los sabores de la abuela siguen ahí, y siempre se podrá volver.
Al tener conciencia de ello, ya no brota una lágrima de tristeza al recordarlos, sino que por el contrario, la mirada se ilumina y se esboza una sonrisa de alegría y esperanza por lo vivido y por la espectativa de lo que vendrá.
Ten cuenta siempre, que vayas donde vayas, estés donde estés el verdadero hogar esta contigo, ya que lo llevas en tu corazón.