Ricardo Montaner, quien hace poco derritió el corazón a sus fans con fotos inéditas de Índigo, recordó su niñez y los cambios que durante esta etapa lo hicieron pasar momentos complicados.
El cantante concedió una entrevista a Yordi Rosado para su programa de YouTube. Montaner recordó su infancia en un barrio popular de Buenos Aires llamado Valentín Alsina, en donde se crio en una vecindad, misma en que vivían cuatro familias más y tenían solo un baño compartido para todos.
“En una habitación con paredes de madera, vivíamos mi hermana Norma, mi papá, mi mamá. Era una habitación con un baño compartido con el resto de las [cinco] familias”, contó el famoso.
“Un frío del car#$%& en invierno. La mesa del comedor pegaba con los pies de la cama de mi mamá y mi papá, era un solo cuarto donde todo pasaba”, agregó.
“Éramos una familia que vivía con mucha escasez a nivel económico, pero a mí me criaron con mucho amor mis padres. Fui un muchachito criado a punta de amor”, aseveró Ricardo Montaner, quien aseguró que tiene una peculiar forma para deshacerse de los haters.
Después el artista y su familia se mudaron a una casa que compraron a crédito, ya que su padre puso una tienda, en la cual el mismo Ricardo se dedicó a vender alfajores [dulces tradicionales argentinos], lápices y gomas para borrar, “Jugué al ser vendedor y es una fantasía que también yo tenía”, recordó.
Tras un año con esa dinámica, Ricardo detalló que su padre consiguió una mejor oportunidad de trabajo en Venezuela, lo que provocó que se mudaran. Este cambio se volvió complejo para Montaner.
Para Ricardo el sueño de ser músico nació desde niño cuando pidió su primera guitarra, sin saber que la música, años después lo levantaría de haber sufrido bullying por parte de sus compañeros de escuela.
“No era un muchacho muy feliz. Me hacían bullying en la escuela. Fueron años muy difíciles. Empecé a cambiar y me volví muy serio y me sentía el chamo más feo del mundo; comencé a engordar y me llamaban chanchito”, dijo en la charla el suegro de Camilo.
Pero la música lo salvó cuando su padre con menos limitaciones por haber obtenido un mejor trabajo fuera de Argentina pudo sacar a crédito una batería que levantaría la moral del cantante.
“Mi papá me sacó a crédito una batería, entré a una banda de rock y tocábamos los domingos en la iglesia. La batería era mi lugar en donde yo me sentía seguro ya que nadie podía verme, pero un día el vocalista le dio paperas y me tocó a mí cantar. En la segunda canción miré a la gente y vi que había dos muchachas que me sonreían. De ahí en adelante todo cambió para bien y me sentí más confiado y más lindo; la música te embellece”, aseguró el intérprete de ‘Me va a extrañar’.
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