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Sebastian Junger rinde homenaje a Tim Hetherington en un documental

Una entrevista con Sebastian Junger, director del documental 'Which Way Is the Front Line from Here?', sobre la vida del desaparecido fotógrafo de guerra Tim Hetherington.

Sebastian Junger y Tim Hetherington en la presentación del documental 'Restrepo' en enero del 2010.

Por Julio Llerena

Sebastian Junger pasó 20 años como reportero de guerra escribiendo para Vanity Fair y otros medios sobre la realidad y las consecuencias de los peores conflictos armados de las últimas décadas. Pero no lo va a hacer más: tras la muerte del fotógrafo Tim Hetherington durante la guerra civil libia en el 2011, Junger decidió que no volvería más a ningún frente de batalla.

Hetherington era su amigo. Trabajaron juntos cubriendo varias guerras y codirigieron el documental ‘Restrepo’ (2010), que recibió varios reconocimientos, una nominación a los Oscar entre ellos.

Este año, Junger presenta el excelente documental ‘Which Way Is the Front Line from Here? The Life and Time of Tim Hetherington’, un persuasivo relato biográfico que es a la vez el homenaje de Junger a un ser humano extraordinario.

Junger presentó esta película recientemente en el Festival de Cine de Miami, y conversamos con él sobre Hetherington, la verdad sobre la guerra y el reto de encontrar historias que contar lejos del frente de batalla.

‘Which Way Is the Front Line from Here?' se estrena el 18 de abril por HBO.

Tú has escrito siempre tomando distancia del objeto de tus reportajes, pero esta vez el protagonista de esta historia fue un buen amigo tuyo. ¿Cómo enfrentas un reto como ese? ¿Cómo cambia el proceso?
Mucho de lo que escribo es desagradable, y el tema de este documental lo es de un modo personal. Los periodistas se acostumbran a bloquear sus sentimientos en su trabajo, pero deben mantenerse emocionalmente abiertos a entender la tragedia sobre la que están escribiendo. Estoy acostumbrado a eso. Fue un asunto personal, pero llegado cierto punto tenía también una fecha de entrega y trabajo que hacer, así que lo hice aun cuando se trataba de un tema desagradable.

La película me recordó el documental ‘Grizzly Man’, que cuenta la historia de un hombre que cumple una misión sin tomar en cuenta las consecuencias. ¿Crees que para Tim ese era el caso también?
No, él era bastante cuidadoso. Yo estuve con él en combate y era muy consciente. No sé qué pasó en Misrata. Creo que tomó decisiones que no debía tomar, pero hacemos eso todo el tiempo y las cosas salen bien. Muchas veces tomé decisiones equivocadas, con la diferencia de que no terminé muerto por eso. Esta vez, sí murieron personas.

El documental es muy objetivo pese a esa cercanía tuya con Tim Hetherington. ¿En algún momento temiste sesgar tu punto de vista?
Debo haber tenido un sesgo porque Tim era mi amigo y sentí que había tenido una vida dramática y que había hecho un gran trabajo. Sin embargo, su muerte provocó una reacción global tan emotiva que a él lo habría sorprendido completamente. Obviamente significaba mucho para mucha gente. Tim murió apenas seis semanas después de los Oscar [en los que compitió ‘Restrepo’], y no muy seguido vemos a un muchacho británico alto y encantador ir a los Oscar y luego a la guerra en seis semanas. Eso llamó mucho la atención de la gente.

En el documental citas a un ex soldado que dice que en la guerra y los conflictos armados lo seguro no es que puedes morir sino que vas a perder amigos. Me pareció muy interesante porque traslada el problema de la guerra del individuo a la gente que lo rodea.
Sí, eso me lo dijo un veterano de Vietnam a quien le gustó mucho la película que Tim y yo habíamos hecho. Nos dijo que habíamos mostrado la verdad sobre la guerra, pero no del todo: la verdad real de la guerra es que vas a perder a tus hermanos. El hecho de que te puedan matar no es tan interesante, al fin y al cabo.

¿Cómo fue para ti pasar de escribir historias a contar una en imágenes?
El vocabulario es distinto, pero una buena historia es una buena historia. El arte narrativo no cambia porque en ambos casos empleas la misma estructura.

En un momento del documental hablas de soldados que detestan estar en la guerra pero que la extrañan cuando vuelven a casa. ¿En algún momento sentiste eso tú también?
Lo que sucede es que desarrollas un cierto tipo de apego a la experiencia de la guerra, y ese apego te hace crecer de muchas maneras positivas. Entonces, cuando regresas a casa, temes que vas a volver a ser la persona que eras antes de la guerra, y nadie quiere que eso pase.

Ahora que ya no escribes sobre conflictos armados y que estableciste tu residencia en los Estados Unidos, ¿te cuesta encontrar historias que contar aquí, en la ciudad, en lugares donde no hay una guerra en curso?
Sabes, yo dejé de reportar guerras después de la muerte de Tim. No lo habría decidido a los 40 años, pero tenía casi 50. Lo hice por varias razones, pero sobre todo me di cuenta de que ya había respondido todas las preguntas que tenía sobre la guerra, que no me quedaban más preguntas importantes. Además, estaba corriendo el riesgo de repetirme a mí mismo. Es muy fácil escribir sobre la guerra porque es una realidad muy dramática. Lo que es difícil es escribir sobre algo que no es, en esencia, dramático: escribir sobre vidas normales.

Para mí fue curioso que empezaras la película con Tim tratando de definir su propio trabajo una, dos, tres veces, sin poder encontrar las palabras precisas. No sé si esa fue tu intención, pero vi a alguien intentando explicar un trabajo sumamente impredecible.
Él era muy cuidadoso con las palabras y creo que estaba tratando de decir lo correcto. Mucha gente es bastante imprecisa con el lenguaje, pero Tim no. Así era él, siempre examinándose a sí mismo, preguntándose si lo que hacía estaba bien. Incluí [esa escena] porque me gustó. Cuando ves las ideas que elabora y las que descarta, ves una mente realmente interesante tratando de encontrar la verdad. Y no vemos eso muy seguido.