El cubano Orestes Estévez prepara en su casa, desde 1960, vino aromático con un ingenioso sistema con el que elabora casi 300 botellones de 20 litros tapados con preservativos.
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El hombre prepara vino hecho de uvas, guayabas, berros, flor de jamaica, jengibre, fruta bomba o remolacha.
Un reporte de la AP menciona que en su casa hay una estancia en la que se encuentran los cientos de botellas tapadas con condones inflados con los gases de la fermentación.
Foto: AP
El negocio comenzó de forma clandestina y fue hasta el año 2000 que, gracias a las reformas del gobierno de Raúl Castro, pudo legalizar su negocio e instalar una pequeña fábrica en la que trabaja su esposa, su hijo y un ayudante.
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El proceso es sencillo, compran la fruta o la cosechan, la maceran, la mezclan con azúcar y levadura; luego lo dejan reposar para después pasarlo a las botellas lavadas y hervidas marcadas con el nombre de la empresa “El Canal”.
La idea de utilizar los condones surgió de la búsqueda de alternativas a las sofisticadas válvulas de presión que eran imposibles de conseguir en Cuba.
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Aunque usar los condones para liberar poco a poco los gases tiene su chiste: se tienen que pinchar dos veces, de lo contrario saldrían disparados.
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Estévez explicó que los preservativos en los botellones funcionan como los hombres, ya que cuando están en proceso se paran, pero cuando el vino ya está listo “no hay quien lo levante”.
El proceso tarda entre un mes y 45 días, y el vino es de buena calidad y aromático. Una botella de “El Canal” cuesta 40 centavos de dólar, mientras que los producidos en España o Chile, se consiguen en 8 dólares.
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