La meditación tiene tantos beneficios que no nos alcanzaría este artículo para mencionarlos a todos. Desde aumentar la productividad y la concentración, hasta reducir el estrés y mejorar el rendimiento académico, esta práctica promete grandes ventajas.
Pero, ¿cómo empezar, si nunca meditaste en tu vida? Aquí, un paso a paso para que veas lo sencillo que es.
1. Siéntate
Elige una silla cómoda o pon un cojín en el suelo. Si bien es cierto que se puede meditar caminando, al principio conviene sentarse.
Lo más importante es que encuentres una posición cómoda y que mantenga tu espalda recta. No importa tanto cómo cruces las piernas, o dónde apoyes las manos, mientras sigas estas dos premisas, explica Chris Bailey, autor del libro Hyperfocus, entre otros, en el portal A Life of Productivity.
2. ¿Deberías cerrar los ojos?
Haz como prefieras. Lo principal es que te concentres. A muchas personas les cuesta lograrlo si tienen los ojos abiertos
3. Pon la atención en tu respiración
De esto se trata meditar ¡y suele ser lo que más nos cuesta! Cierra tu boca y enfócate por completo en cómo el aire entra y sale de tu nariz. Siéntelo inflar tus pulmones y trata de escuchar el sonido que hace.
Debes saber que tu mente “se irá”. No te castigues y no abandones. Simplemente, con gentileza, devuélvela al momento presente. “Cada vez que traes de vuelta el foco a tu respiración estás ejercitando tu músculo atencional”, indica Bailey.
Si te está costando mucho concentrarte en tu respiración puedes probar contar las inhalaciones y exhalaciones.
4. ¿Cuánto tiempo deberías meditar?
Bailey afirma que conviene meditar 10 minutos por día que hacerlo 70 minutos, una vez por semana. Así lograrás convertirlo en un hábito.
“Escaneo corporal”: otra forma de meditar
En lugar de entrenar tu atención para que se enfoque en la respiración, esta forma de meditar propone centrarte en distintas sensaciones y áreas, de los pies a la cabeza.
Empieza por la cabeza y, mentalmente, recorre la superficie de tu piel muy despacio. Siente tu cuero cabelludo, tus orejas, tus párpados, tu nariz, baja por tu cuello, pasa por los hombros… Sigue así hasta llegar a los pies.
¡Ya estás listo para empezar a meditar!
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