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Comer la placenta podría tener riesgos

El caso de una madre en Oregon disparó la controversia: ¿es seguro comer la placenta después del parto? Conoce los riesgos posibles de esta práctica.

Si bien no es una costumbre común, comer la placenta después del parto es una práctica que comenzó a considerarse luego de que varias celebridades, como Kim Kardashian y January Jones, lo hicieran. ¿Tiene beneficios? ¿Existe algún riesgo? Entérate.

El caso de la polémica

Luego del parto, una mujer de Oregon deshidrató su placenta, para comerla. Cuando su bebé comenzó a tener problemas respiratorios serios, los médicos descubrieron que se debía a una infección.

¿La razón? Una bacteria llamada estreptococo del grupo B (EGB). Al analizar las cápsulas de placenta encontraron que también estaba allí. Por lo tanto, fue la madre quien se la transmitió al hijo, según un reporte del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC), que emitió una advertencia al respecto.

Posibles riesgos

Durante el embarazo, la placenta actúa como un sistema de transporte: suministra oxígeno y nutrientes desde la sangre de la madre, al niño en desarrollo, y también elimina los desechos de la sangre del bebé, explica el sitio Medical News Today.

“En el momento del alumbramiento, cuando se la expulsa, la placenta atraviesa el canal del parto, que está conformado por los órganos genitales de la mujer, entre ellos la vagina. Estos órganos pueden tener bacterias e infectar la placenta”, nos explica Santiago Sánchez Segovia, médico obstetra en el Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, de Buenos Aires.

¿Existen beneficios?

Según los defensores de esta práctica, los beneficios son múltiples: mejoraría la lactancia y el estado de ánimo, proporcionaría energía y evitaría la depresión postparto, recopila Medical News Today.

Sin embargo, un estudio de 2017 publicado en el American Journal of Obstetrics & Gynecology indagó en el tema, y no halló fundamentos científicos que prueben las ventajas mencionadas. Advirtió que podrían deberse a un “efecto placebo”.

“Es una práctica meramente cultural a la que no se le ha comprobado científicamente ningún tipo de beneficio o riesgo. Sólo se da en la naturaleza, porque los animales sienten la necesidad de un alimento inmediato, para recuperar energía tras parir. Algo que no sucede en un parto hospitalizado”, concluye Sánchez Segovia.

¿Cuál es el origen de esta práctica?

Se cree que proviene de la medicina antigua china, cuando la placenta era usada para tratar afecciones médicas como infertilidad y problemas hepáticos, detalla Medical News Today.

Hoy se la puede consumir deshidratada, molida y puesta en cápsulas, asada con vegetales e incluso en un batido helado. Sin embargo, como vimos, no hay pruebas de que tenga beneficios reales. Recuerda que, ante cualquier duda, lo mejor es consultar a un médico.

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