Los planes de rescate, efectivos
Muchos se preguntan si los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá tenían razón cuando salieron al rescate financiero de General Motors y Chrysler, en plena debacle económica a finales del 2008.
Según un memorando del Centro para Investigaciones Automotrices (CAR), una organización sin ánimo de lucro con sede en Ann Arbor, Michigan, que concluye enfáticamente que sí, que los gobiernos de ambos países hicieron lo que tenían que hacer.
Al conseguir que se controlaran adecuadamente los procesos de bancarrotas y al prestarles 80.000 mllones de dólares a las ramas financieras de ambas compañías (General Motors Acceptance Corp. y Chrysler Financial) los gobiernos lograron proteger más de 1.7 millones de empleos en los años 2009 y 2010.
Consiguieron equilibrar los beneficios tanto públicos como privados que resultarían de esas decisiones y los balancearon frente al costo público de los préstamos, que dicho sea de paso, aún no han sido pagados en su totalidad, afirma la CAR en sus conclusiones.
Así, la intervención de ambos gobiernos en la industria evitó que se produjeran pérdidas en ingresos personales por valor de 96.500 millones de dólares. Hasta la fecha, los fabricantes han pagado ya 13.400 millones y la CAR pronostica que si no sucede algo grave e imprevisto, los 66.600 millones que faltan serán pagados en el curso de los próximos dos años.