A los 9 años, Leila Revis sabe cuándo alguien necesita una mano para sostenerse o un hombro para llorar.
Se sienta con los niños que están comiendo solos durante el almuerzo y les dice a los abusadores que retrocedan cuando los ve actuar de manera amenazante.
Su madre, Liz Revis, de 34 años, siempre ha reconocido este don especial de su hija, pero se quedó impresionada por su último acto de bondad.
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Desde que se le diagnosticó cáncer de ovario, en febrero, Revis comenzó a perder el cabello a montones, por lo que decidió organizar una fiesta de afeitado.
"Pensé que podría esperar que se cayera todo completo o hacerme cargo yo misma y divertirme haciéndolo", dijo Revis a TODAY.
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El 13 de noviembre, la ex peluquera, que dejó de trabajar poco después de recibir el diagnóstico, tuvo una pequeña reunión en el Salón Steel Magnolias en Bremerton, Washington, donde labora su amiga Alida Schreier.
Mientras bebía champán, Schreier se dedicó a afeitarle la cabeza a Revis, cuando otra clienta le preguntó si podía afeitarse también parte de su cabello.
No era una clienta cualquiera. Era Leila, que estaba ansiosa por apoyar a su mamá.
"No quería que mi madre estuviera sola y que no fuera la única sin pelo", manifestó Leila a TODAY.
"No estoy tan sorprendida por su disposición a afeitarse la cabeza tanto como por el hecho de que ella pensó en hacerlo por su cuenta", dijo Revis. "Podríamos aprender de su solidaridad y unidad”.
Leila está pasando por momentos difíciles viendo a su madre luchar, pero ahora camina con orgullo a todas partes con un constante recordatorio en su cabeza sobre la fuerza de su madre.
"Todos en la escuela piensan que mi nuevo peinado es genial", dijo.
El hijo de Revis Hendrix, de 4 años, por su corta edad no entiende muy bien lo que está pasando. Al día siguiente de la "fiesta de afeitado", preguntó a su madre por qué su pelo no había vuelto a crecer. Cuando recibió la noticia de que no crecería por un tiempo, dijo: “Todavía pareces muy mamá”.
A pesar de que pasó gran parte de su vida trabajando como peluquera, a Liz no le importa tanto tener su cabeza afeitada.
"Hay ahora en mi vida problemas mucho mayores que mi cabello y, para ser honesta, ni siquiera me disgusta cómo luzco ", dijo Revis. "El hecho de que no puedo ir a ninguna parte sola con mi hijo porque no puedo correr detrás de él, eso es lo que me importa".
Recientemente comenzó un nuevo tratamiento de quimioterapia y espera que esto marque una diferencia en su vida.
"Durante el tiempo que Dios me conceda en esta tierra, voy a hacer todo lo que pueda y asistiré a cada juego en que mi hijo esté, y acompañaré a mi hija en la pasarela en su boda", dijo Revis. "Nunca voy a darme por vencida".
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