Es un apasionado por el que hacer musical, crear, producir y escribir canciones, algunas interpretadas por él mismo y otras por aquellos que él considera que le darán el sabor auténtico del pueblo.Cuando se le cuestiona sobre su secreto para fabricar artistas, responde: "No. No hay secretos. La fórmula es sencilla. Al pueblo no le gustan los artistas de plástico o acartonados. Se identifican mejor con alguien que, aunque no cante bien o no tenga buena voz, capte el sentir y la esencia de nuestra música. Nuestro pueblo se identifica con seres reales, con gente sencilla como ellos. Es una comunicación directa. Es la relación humana. Eligiendo un repertorio dentro del pueblo mismo, dándole el sabor especial de banda, o de mariachi o de norteño.
El intérprete trasmite ese sentir y nosotros venimos de ahí, de la tierra, del pueblo, donde la música popular es nuestro alimento". En su faceta de compositor el nombre de Don Pedro Rivera está escrito en la historia del corrido mexicano en Estados Unidos. El investigador Elijah Wald lo considera uno de los más prolíferos y acertados autores de este género. Para él componer es un oficio: "Escribir corridos o canciones es describir sucesos que algún día serán historia. Es como narrar algo cotidiano, o un evento, recreando ese momento anecdótico. Después se le pone música. A veces ésta surge espontánea y viene la melodía y la letra al mismo tiempo.
Leyenda viviente que se ha destacado en varias facetas, Don Pedro Rivera sólo se involucra con el arte y con la música. Objetivamente, se considera un tipo afortunado que ha tenido la dicha de formar una familia sólida y exitosa. En la práctica, es un hombre sencillo y cabal que ha construido un imperio en la música regional mexicana y trasciende con paso firme a otras latitudes.