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"Es como si quisieran que nos enfermáramos": Nicaragua contradice las recomendaciones contra el COVID-19

El gobierno de Daniel Ortega no impuso las medidas de prevención de la OMS y hace convocatorias masivas además de mantener las clases en los centros educativos, expertos advierten que eso podría disparar los contagios de coronavirus en el país.

Por Albinson Linares

Leonel Argüello sigue con atención las noticias de los estragos del coronavirus en el mundo. Sabe que ya se han contagiado más de 938,000 personas y que más de 47,000 fallecieron debido a la pandemia, como epidemiólogo es consciente de cuáles son las medidas que se deben tomar para prevenir y atender el brote de la COVID-19.

Por eso, Nicaragua le recuerda a un mundo irreal. El gobierno del país centroamericano pareciera que se quedó atrapado en enero o febrero de 2020, cuando las preocupaciones sanitarias más recurrentes consistían en atender casos de malaria, dengue, gastroenteritis o influenza. “Acá donde unos ven blanco, otros dicen que es negro, pero la pandemia sí es real y va a ser una catástrofe porque no se toman las medidas”, advierte Argüello.

El gobierno socialista de Daniel Ortega ha impuesto una simulación de normalidad que contradice las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las medidas adoptadas por la casi totalidad de los países que han registrado casos de coronavirus. Las autoridades no han cerrado las fronteras ni han restringido la llegada de viajeros, tampoco recomiendan el distanciamiento social o el aislamiento voluntario y las escuelas siguen funcionando.

Hace pocos días se empezó a compartir un “protocolo sanitario” en las universidades que establece medidas como lavarse las manos con agua y jabón, el uso de alcohol gel y acudir a un centro médico si se presentan síntomas. De hecho, un comunicado oficial afirma enfáticamente que el país “no ha establecido, ni establecerá, ningún tipo de cuarentena”.

Según las cifras oficiales, en Nicaragua se han registrado cinco casos y un fallecido, pero los especialistas advierten que las autoridades no revelan cuántas pruebas han hecho y, desde hace tres semanas, no se actualiza el comportamiento de la neumonía en los boletines epidemiológicos. En otros países esa enfermedad ha sido un diagnóstico prematuro y una causa de defunción errónea que contribuye al subregistro del coronavirus.

El Observatorio Ciudadano COVID-19, un equipo multidisciplinario que monitorea casos sintomáticos de todo el país que no son reportados por las autoridades, afirma que para el 31 de marzo habían verificado un total de 63 personas con sintomatología de coronavirus en 11 departamentos del país. Además alertan que las pruebas de diagnóstico están centralizadas en Managua, la capital, y “pareciera que son usadas únicamente para confirmar casos evidentes y no para aclarar casos sospechosos”, lo cual impide la “verdadera vigilancia epidemiológica” porque los casos confirmados por las autoridades suelen ser “una fracción del total de los que existen en el país”.

Los especialistas afirman que la insistencia del gobierno en no acatar las medidas universales de prevención genera temores entre los ciudadanos.

“Es la primera vez en 40 años que vemos a la población pidiendo a gritos que el Estado tome medidas preventivas, por eso la gente está implementando las recomendaciones de Bukele en El Salvador, hasta dicen que es nuestro presidente interino”, asevera Argüello, quien durante la revolución sandinista de los años 80 fue uno de los fundadores del Ministerio de Salud. “No entiendo por qué no toman medidas, cuando hay temblores fuertes han cerrado las escuelas durante semanas. Los nicaragüenses no somos distintos a las personas de otros países, el coronavirus ya está transmitiéndose acá y no hacen nada”.

Desde que Daniel Ortega volvió al poder, en 2007, su gestión ha sido objeto de numerosas y recurrentes denuncias sobre la falta de transparencia en temas tan diversos como los negocios petroleros, las agresiones al medioambiente y, sobre todo, los derechos humanos.

En diversos informes, el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha alertado sobre la impunidad de los 328 asesinatos, también identificados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que sucedieron por la acción represiva de los organismos de seguridad y los grupos paramilitares oficialistas contra las protestas ciudadanas convocadas entre el 18 de abril de 2018 y mayo de 2019.

Se calcula que desde junio del año pasado han sido asesinados unos 45 campesinos y no se han realizado las investigaciones correspondientes. Tanto el centro como diversas organizaciones han denunciado la instauración de un Estado policial caracterizado por las detenciones de un promedio de entre 4 y 7 personas que diariamente son retenidas arbitrariamente.

El “antiprotocolo” de Ortega para tratar la pandemia ha causado preocupación entre la comunidad de especialistas. No solo se trata de que las autoridades no recomiendan el distanciamiento social, sino que fomentan las reuniones masivas como una suerte de desafío político a una situación epidemiológica que, como suelen repetir los expertos, no discrimina razas, credos, condiciones sociales ni ideologías. Luego de que el 18 de marzo se anunció el primer caso, el gobierno reaccionó convocando una marcha masiva del “Amor en tiempos del COVID-19” además de enfatizar que durante la Semana Santa se realizarán más de 80 actividades en todo el territorio nacional.

Las organizaciones orteguistas han inundado las redes sociales con mensajes como “COVID-19, enfermedad de ricos y burgueses” o testimonios políticos de atletas como el boxeador Román González, tetracampeón mundial, que dice que “ese virus no es rival para Nicaragua”.

Las enfermedades se curan con protocolos y medicinas, no con discursos políticos”, alerta Argüello ante la improbable estrategia del gobierno de su país.

Unos 160 ventiladores para más de 6 millones de personas

Como es una constante en Centroamérica, el sistema sanitario de Nicaragua se caracteriza por su debilidad institucional, la antigüedad de sus instalaciones generales y la carencia de insumos básicos para atender las necesidades de la población. Siendo un país de más de 6,2 millones de habitantes solo cuenta con 10 médicos por cada 10,000 habitantes, según los datos oficiales, lo que ni siquiera es la mitad de los 23 profesionales de la salud que recomienda la OMS como la cifra mínima necesaria para prestar servicios esenciales.

Por cada 10,000 habitantes solo existen 12 camas hospitalarias y, según las estimaciones de epidemiólogos y expertos en salud pública consultados por Noticias Telemundo, el país cuenta con aproximadamente 160 ventiladores de los cuales el 80% ya son utilizados por pacientes que sufren otro tipo de enfermedades.

“Muy pronto vamos a tener que escoger quién vive y quién muere como ya pasó en Europa. La gran diferencia es que allá tenían más equipos, por eso pasaron varios días antes de que todo se congestionara”, explica Jorge, un médico internista con más de 25 años de experiencia en los centros asistenciales de Managua. “El gobierno cree que amedrentándonos y ocultando las cifras se va a desaparecer la epidemia”.

En un documento de protocolos, que fue revisado por Noticias Telemundo, las autoridades sanitarias proyectan que, en el primer semestre de la pandemia, Nicaragua registrará 32,500 contagios y más de 8000 personas serán pacientes graves. De esa cifra, al menos 1016 necesitarán cuidados intensivos durante un promedio de 10 días o más, pero como la mayoría del equipo ya se está usando el escenario de tratamiento es crítico.

“La gente simplemente se va a morir, eso ya está empezando a pasar”, asevera Jorge, quien pidió mantener su anonimato por temor a las represalias. “Hay varios fallecimientos por coronavirus pero en el acta de defunción ponen ‘neumonía asociada a ventilación mecánica’”. Jorge explica que, al principio de la epidemia, los jefes del hospital le quitaban los guantes y las mascarillas al personal aduciendo que no había que alarmar a la población. Pero esta semana tuvo que atender a más de 25 pacientes diarios sin guantes y, muchas veces, sin las mascarillas adecuadas.

“Los países de la región deben tomar medidas urgentes para preparar los hospitales y centros de salud para lo que viene: una afluencia de pacientes con la COVID-19 que necesitarán espacio hospitalario, camas, profesionales de salud y equipos médicos”, advirtió Carissa F. Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud en una conferencia de prensa reciente. “Este virus no ha sido ni será detenido por las fronteras trazadas en los mapas”.

Otra de las medidas que solo se han implementado en Nicaragua consistió en la movilización de medio millón de brigadistas de salud que deben hacer visitas, casa por casa, para educar sobre el coronavirus. “Nos obligan a visitar personas sin tener ningún tipo de protección, es un riesgo tanto para ellos como para nosotros”, explica Dora, una neumóloga que trabaja en Jinotega, una población rural ubicada a unos 142 kilómetros de Managua. “En el hospital ni siquiera tenemos lavamanos suficientes, mucho menos gel, guantes o batas. Es un riesgo que corremos a diario cada vez que llegan pacientes tosiendo o escupiendo porque no pueden controlar los accesos”.

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Jinotega es conocida como “la ciudad de las brumas” y es una región de vocación eminentemente agrícola donde los cambios climáticos son muy abruptos. Dora explica que la afluencia de pacientes con problemas respiratorios se ha incrementado en un 70% los últimos días y, aunque ha protestado por la falta de insumos, la jefatura de su hospital no ha mejorado las condiciones de trabajo.

Nos sentimos más desprotegidos que nunca, es verdad que todo el mundo está en crisis con esto pero Nicaragua ni siquiera toma previsiones”, comenta en voz baja. “Es como si quisieran que nos enfermáramos y así no se pudieran atender a los pacientes que llegan”.

Mientras tanto, Ortega lleva más de 20 días sin hacer apariciones públicas, pero decidió reformar los principales cargos de las políticas sanitarias por lo que, desde el 1 de abril, Nicaragua tiene tres ministras de Salud, aunque no queda claro cuáles son las funciones específicas de cada una. Además todo el peso del anuncio de los contagios lo lleva Rosario Murillo, vicepresidenta y primera dama de Nicaragua, quien últimamente se ha equivocado al hablar sobre la situación sanitaria.

“Ellos hablan todo el día de conspiraciones y de planes raros pero aquí todos sabemos que el único complot es contra nuestra salud”, asevera Dora con un dejo de tristeza. “Lo peor es llegar a casa y no poder saber si mis hijos ya están contagiados porque, a veces, ni siquiera tenemos agua para lavarnos las manos”.

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