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“Me contrataron para decir que era tu mamá”. Alberto buscaba a su madre biológica y encontró a sus raptores: una red de tráfico de bebés

Alberto Zune no sabe si es mexicano o guatemalteco. Treinta años después de ser adoptado, descubrió que había sido robado y vendido a sus padres en Bélgica cuando tenía apenas 1 año de nacido.

Alberto Zune no sabe si es mexicano o guatemalteco. “Siempre supe que era distinto: más chaparro, diferente a mis papás, moreno”. Llegó a Bélgica con apenas un 1 y se crió allí con sus padres adoptivos, Jean Marie Zune y Simone Hertsens.
 
Cuando nació Alberto en 1985, el matrimonio Zune-Hertsens llevaba varios años en tratamiento médico para poder tener hijos. No lo consiguieron y decidieron adoptar. Contactaron con la asociación Hacer Puente, con base en Tournai, Bélgica, que organizaba adopciones de niños guatemaltecos para familias belgas. Todo el proceso parecía legítimo.
 
Les pidieron acreditar su solvencia económica y moral y lo hicieron. Trabajaban como profesores de música y, entre los dos, ingresaban 54,000 francos al mes (unos 1,500 dólares, el equivalente a 3,500 dólares en la actualidad).
 
Vivían en el corazón de Bélgica, en una casita de la aldea Marche-les-Dames que daba a una calle sin salida y con acceso a un jardín, “un lugar seguro para niños”, describe el informe social expedido por las autoridades belgas. Formaban una pareja “de buena reputación, estable y equilibrada”, según consta en el certificado de buena conducta que presentaron.
 
Por parte de Guatemala, una notaria certificó que Alberto Alfredo Cajas López –así aparece su nombre en la partida de nacimiento– era hijo biológico de Alfredo González Cajas y de Rebeca López. La pareja, según el expediente de adopción, había decidido darlo porque no podía mantenerlo.
 
En esos documentos de adopción aparece el nombre de Ofelia Rosal de Gamas. Era cuñada del entonces presidente de Guatemala, el general Óscar Humberto Mejía (1930-2016). Simone Herstens la recordaba como “una mujer alta, un poco fría". La vieron una sola vez, en Bruselas, y les dijo que iba a “encargarse de todo”, explica Alberto.
 
Treinta años después, se ha demostrado que ni Alfredo ni Rebeca son sus padres, algo que Alberto nunca imaginó cuando comenzó su proceso de búsqueda.
 
“Mis papás adoptivos me querían mucho, me compraban pinturas y fotografías, me ponían música de Guatemala”, relata. Su país de origen le atraía tanto que en 2014 decidió terminar allí sus estudios en español para perfeccionar el idioma y buscar a sus padres biológicos. Primero localizó a Alfredo.
 
“Me reconoció como a su hijo. Me dijo que me había echado de menos todos estos años”, recuerda. Y le advirtió que no intentara ponerse en contacto con Rebeca. “Decía que era una mujer mala, y esto me pareció muy extraño”. Pero no hizo caso, decidió buscarla también y la encontró en Malacatán, una ciudad fronteriza con México.
 
Cuando llegó Alberto, Rebeca reunió a sus hijos en la casa. Estuvo muy callada todo el tiempo hasta que Alberto se atrevió a preguntar al fin:
 
- ¿Usted es mi mamá?
- No, no soy tu mamá. Me contrataron para decir que era tu mamá.
 
“Sólo me dijo eso. Sus hijos no me reconocían y yo estaba muy perdido. Justo el día anterior había llamado a mis padres adoptivos para decirles que estaba contento porque iba a encontrarme con ella”, relata.
 
Decepcionado, Alberto contrató a un abogado y acudió al Ministerio Público de Guatemala para denunciar su caso. Los exámenes de ADN que los agentes practicaron a Alfredo y a Rebeca confirmaron que Alberto no era hijo de ninguno de los dos. Alfredo desapareció, pero Rebeca ha colaborado en la investigación. Los agentes descubrieron que Catarina San Marcos, el lugar donde nació Alberto, fue un núcleo de tráfico de niños que eran robados en Tapachula, México.
 
“Encontraron bastantes cosas: la esposa de mi falso papá no era Rebeca, sino una conocida traficante de niños”. Alberto se refiere a Lucinda Bautista Oroz, alias 'Emperatriz Menchú', una mujer que ha estado encarcelada tres veces y quien, según las indagaciones del Ministerio Público, era la encargada de conseguir los bebés. Cree que sigue viviendo en Malacatán, pero no la ha localizado.
 
Rebeca declaró que nunca llegó a cobrar por prestar su nombre en los documentos de adopción, pero Ofelia Rosal de Gamas, la cuñada del presidente Mejía, sí recibió dinero. Alberto conserva dos justificantes de pago, fechados en 1986, por valor de 4,500 dólares (serían unos 10,300 dólares en la actualidad) que fueron ingresados en una cuenta de Nueva York a nombre de Ofelia Rosal de Gamas. Sabe, por sus padres, que no fueron los únicos pagos que hicieron, aunque desconoce la cantidad total que desembolsaron Jean Marie y Simone Hertsens en concepto de “adopción de niño guatemalteco”, según consta en los recibos en poder de Noticias Telemundo Investiga.
 
La justicia guatemalteca implicó a Rosal de Gamas, ya fallecida, en las redes de tráfico de bebés que comenzaron a crecer en Guatemala a finales de los años 80. En Europa, la justicia belga ha abierto una investigación a Hacer Puente por su relación con las adopciones fraudulentas.
 
Alberto fijó su residencia en Guatemala y, cinco años después, sigue buscando a sus padres.

La investigación de su caso en el Ministerio Público continúa abierta. “Llevo toda la vida sin saber quiénes son mis papás”, repite. Y cree que es muy probable que nunca los encuentre.

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