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¿Cómo escogen los demócratas sus candidatos y en qué se diferencia del proceso de los republicanos?

El proceso para llegar con energía y apoyo popular a la batalla final de noviembre de 2020 es intrincado para todos los precandidatos de un partido que ha visto convertirse en presidentes a Franklin D. Roosevelt, John F. Kennedy, Bill Clinton o Barack Obama.

“No hay término medio”, exclamó Bernie Sanders el pasado 2 de junio ante una audiencia de varios cientos de militantes del Partido Demócrata. Se refería a la batalla demócrata contra el Partido Republicano y sobre todo contra su presumible candidato, Donald Trump.

Sanders se preguntó sobre “cuál es la mejor manera de ganarle a Donald Trump”. 

En 2016, seis políticos optaron por la candidatura demócrata. Y al final la ex secretaria de Estado Hillary Clinton se impuso al propio Sanders. En esta ocasión, son casi una treintena.

Bernie Sanders en un acto político. Foto: AP

El proceso para llegar con energía y apoyo popular a la batalla final de noviembre de 2020 es sumamente intrincado para los precandidatos de un partido que ha visto convertirse en presidentes a figuras como Franklin D. Roosevelt, Harry S. Truman, John F. Kennedy, Jimmy Carter, Bill Clinton o Barack Obama.

Lo primero es que los afiliados en cada uno de los 50 estados, el distrito de Columbia y otros territorios nacionales realizan sus propias primarias entre febrero y junio de 2020.

En este proceso de elección indirecta no son seleccionados los candidatos, sino un número determinado de delegados que emitirán su voto en la Convención Nacional que tendrá lugar en Milwaukee, Wisconsin, entre el 13 y el 16 de julio de 2020, cuatro meses antes de los comicios del 3 de noviembre.

Por su parte, los líderes del partido nombrarán a otros 764 (superdelegados), un concepto que incluye a los líderes del partido y a los funcionarios electos, independientemente del proceso electoral de la primaria.

Sin embargo, en esta ocasión la influencia de este grupo en la elección del candidato presidencial se ha reducido significativamente luego de que, para aumentar la participación y garantizar la transparencia, el Comité Nacional Demócrata (DNC) decidiera en agosto de 2018 eliminar el derecho de los superdelegados a emitir votos decisivos en la primera votación de las convenciones de nominación presidencial.

Ahora el poder de estos superdelegados -que no tiene el Partido Republicano- se limita a los votos por decidir en la primera votación o los votos decisivos de las siguientes votaciones de una convención reñida.

En una primaria demócrata, a los candidatos se les otorga delegados en proporción a su cantidad de votos en una primaria estatal o caucus, pero un candidato primero debe ganar al menos el 15% de los votos en cualquier estado. Una vez que ese umbral se cruza, el candidato comienza a recibir delegados.

Sin embargo, la prohibición de los superdelegados de votar en la primera votación no impide que apoyen públicamente a algún precandidato antes de la convención de Milwaukee.

El primer caucus del Partido Demócrata se celebrará en Iowa el lunes 3 de febrero de 2020. Ese mismo mes se producirán las convenciones en Nueva Hampshire (día 11), Nevada (día 22) y Carolina del Sur (día 29).

El 3 de marzo tendrá lugar el célebre Supermartes, con las convenciones en Alabama, Arkansas, California, Colorado, Massachusetts, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Texas, Utah, Vermont y Virginia.

Del 7 de marzo al 28 de abril se producirá el resto de los caucus estatales.

¿Y cuál es la diferencia entre este proceso preelectoral y el establecido por el Partido Republicano?

Los republicanos celebrarán su convención nacional en Charlotte, Carolina del Norte, del 24 al 27 de agosto de 2020. Ahí se fijarán los nombres de los candidatos a presidente y vicepresidente.

Imagen del debate entre candidatos republicanos en 2016. Foto: AP

Hasta la fecha, el partido de Theodore Roosevelt, de Ronald Reagan y de la familia Bush también ha transitado por un complicado proceso para asignar a los delegados de cara a la Convención Nacional. Objeto de modificaciones a lo largo de los años, aquí también hay caucus o asambleas ciudadanas, completamente abiertas a los miembros del partido, así como elecciones primarias, donde prima el voto secreto. Igualmente, eligen a delegados y a superdelegados.

Sin embargo, en este partido cada estado puede decidir la manera en que son definidos los delegados, ya sea por el método proporcional similar al de sus rivales demócratas, o por otro conocido como “el ganador se lo lleva todo”, que le concede la totalidad de los delegados al candidato que más votos obtenga.

Aquí habría un estimado de 2.550 delegados en juego: 2.440 delegados comprometidos y 110 delegados no comprometidos. Para resultar vencedor en las primarias, cada candidato republicano debería necesitar el voto de la mitad y uno más de los delegados, es decir, 1.276 delegados. Por tanto, prima la mayoría simple.

Se espera que Trump -como suele suceder con cualquier presidente en funciones- resulte electo sin disputa y, de hecho, muchos se preguntan cómo es que a un presidente-candidato con un índice de popularidad por debajo del 50%  (48% a finales de mayo pasado: el más alto de todo su mandato) no le han salido dos o tres contendientes de peso.

Por el momento solo Bill Weld, el exgobernador de Massachusetts, ha presentado una solicitud para ser tenido en cuenta en la convención nacional en Charlotte. 

Un reporte reciente de NPR destacaba que “incluso si surge un retador viable (…) es poco probable que él o ella puedan avanzar mucho o tener un impacto duradero en las posibilidades del presidente en noviembre”.

 “Trump esencialmente ha rehecho al Partido Republicano a su imagen -apuntó el profesor de la Universidad de Princeton, Julian Zelizer-. Mucha gente no va a creer nada de lo que plantea el informe de Mueller, y toman todo lo que Trump dice como un evangelio. Para mí, eso es otro obstáculo que probablemente no teníamos en la era posterior al Watergate".

Para Barbara Perry, directora de estudios presidenciales del Centro Miller de la Universidad de Virginia, a menos de nueve meses del inicio del proceso de nominación ningún republicano se ha destacado como una alternativa de peso.