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De Kennedy a Trump, así ha sido la relación de los líderes de Estados Unidos con Rusia

En contraste con la actual situación, Barack Obama y los anteriores presidentes de Estados Unidos no mantuvieron una buena relación con Vladimir Putin y sus predecesores.
Donald Trump,Vladimir Putin
Trump (izquierda) y Putin, durante su encuentro en Finlandia en julio de 2018. lAP / AP
/ Source: TELEMUNDO

Pocas horas después de la cumbre entre Donald Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, no solo los demócratas, sino también muchos republicanos, siguen perplejos ante la actitud del mandatario del país más poderoso del mundo frente al hombre duro del Kremlin.

Sin embargo, basta asomarse a los análisis que se han realizado de las veces que el actual inquilino de la Casa Blanca se ha referido a Putin a lo largo de cinco años para tener una idea de la envergadura de lo que ahora algunos de sus colegas de partido han tildado hasta de “traición”.

De acuerdo con un análisis pormenorizado de la CNN a partir de los tuits y discursos públicos firmados por Trump desde junio de 2013, el multimillonario neoyorkino se ha referido a Vladimir Putin nada menos que en 80 ocasiones.

Partiendo de aquella fecha, cuando tuvo lugar en Moscú el certamen de Miss Universo, hasta nuestros días, se calcula que Trump haya visto o conversado con el exagente de la inteligencia soviética en al menos nueve veces.

En octubre 2013, Trump declaraba en entrevista con Larry King que Putin había hecho "un gran trabajo burlando a nuestro país", al tiempo que 15 días después le comunicaba a David Letterman que había hecho "muchos negocios con los rusos", gente "inteligente" y llamaba a Putin como un "tipo duro", antes de admitir que se habían visto en una ocasión.

Aquel fue tan solo el comienzo de una larga telenovela.

En diciembre de 2014 llamaba a Putin “animal herido” luego de las medidas tomadas por la administración Obama contra Moscú y no definía su posición con respecto a ellas.

Breve contacto entre Barack Obama y Vladimir Putin en la cumbre del G-20 en Hangzhou, China, en septiembre de 2016.

Sin embargo, en junio de 2015, Trump criticaba a Obama, a quien consideraba incapaz de llevarse bien con los rusos, y en un tuit publicado un mes más tarde escribía: “Putin sabe que Obama es un peligro para el mundo. Putin respetará al presidente Trump”.

A partir de ese punto, quedó claro que Trump no pensaba -de llegar a la Casa Blanca- mantener la misma política firme, vigilante y decidida de las administraciones de Obama, Bush padre e hijo, y Ronald Reagan.

La historia, en efecto, da cuenta de la posición de los más recientes gobernantes estadounidenses con respecto a Rusia.

En contraste con la actual situación, Barack Obama no mantuvo una buena relación con Vladimir Putin.

En septiembre de 2013, justo cuando el Secretario de Estado, John Kerry, se reunía en Ginebra con el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov para intentar llegar a un acuerdo sobre Siria y las armas químicas, el presidente ruso publicó, en un acto sin precedentes, un artículo de opinión en The New York Times en el que se burlaba de Obama.

“El presidente Obama no ha sido elegido por el pueblo estadounidense para que sea agradable con Rusia -declaró Putin para The Associated Press-. Y este humilde servidor tampoco ha sido elegido por el pueblo ruso para agradarle a nadie".

Para muchos era llamativo que ni Leonid Brezhnev se había atrevido nunca a abofetear a Richard Nixon de la manera como lo había hecho Putin.

Pero un mes antes, había sido Obama quien encolerizó a Putin cuando lo describió como “el niño aburrido que se queda al fondo del aula".

Dos años después, Obama estuvo entre los primeros en sospechar de los servicios de inteligencia rusos con motivo del hackeo de la campaña demócrata para las presidenciales de noviembre de 2016, unos comicios sobre los que Putin no escondió su preferencia por el candidato republicano.

En esa ocasión, Obama aseguró que este tipo de operaciones no suelen ocurrir en Rusia sin la anuencia de Vladimir Putin, sobre todo en un país donde “no hay mucho debate ni deliberación democrática, particularmente si se trata de políticas dirigidas hacia los Estados Unidos".

La tensa relación entre Putin y Obama solo halla una analogía en la que tuvo el presidente John F. Kennedy con el primer ministro soviético Nikita Khrushchev.

Ambos se reunieron en Viena en 1961 para debatir la crisis en Berlín y el control de la ciudad dividida. Kennedy se llevó una gran sorpresa.

"Lo peor de mi vida", dijo a un periodista del New York Times después de las conversaciones. "Me atacó salvajemente". El muro de Berlín se levantó en los meses posteriores a ese encuentro.

Este ambiente de sospecha y suspicacia continuó durante décadas, y se reflejó en la relación que la administración Reagan mantuvo con el gobierno de Mijaíl Gorbachov antes de que este emprendiera el proceso de reformas o perestroika que derrumbó al sistema socialista.

Cuando Reagan asumió su cargo por primera vez había calificado a la Unión Soviética y a su liderazgo de encabezar un “imperio del mal’, describiéndolos como “inmorales, listos para no detenerse ante nada, incluso capaces de mentir y hacer trampa, con tal de avanzar en su objetivo de dominación mundial”.

La desintegración de la Unión Soviética en 1989 no puso fin a las ambiciones de muchos líderes de la era soviética, como el mismo Vladimir Putin, ex dirigente de los servicios secretos de la KGB.

El primer líder estadounidense al que conoció Putin fue George W. Bush, en junio de 2001, en una cumbre bilateral en Eslovenia.

En esa ocasión el presidente estadounidense declaró que Putin le parecía “un hombre en quien podía confiar y admirar”, pero Putin aprovechó la conferencia de prensa para cuestionar el proyecto de anular un tratado de control de armas firmado entre ambos países en 1972, y para rechazar la idea de expansión de la OTAN hasta las fronteras con Rusia.