Ni siquiera ser ciudadano estadounidense es suficiente para esquivar la extrema dureza con el que la Administración presidida por Donald Trump está tratando a los inmigrantes, con o sin papeles, en la frontera o en cualquier lugar del país.
Éste es el último ejemplo conocido hoy: El Departamento de Justicia informó el martes a un juez federal que un padre y su bebé de cinco años pueden haber sido separados durante hasta un año pese a que ambos podrían ser ciudadanos estadounidenses, según publicó este miércoles el diario The Guardian.
“Es horroroso”, ha asegurado Lee Gelernt, directivo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, en inglés). Fue esta organización la que llevó ante la justicia la separación de menores inmigrantes tras cruzar la frontera con sus padres de forma ilegal, derivada de la política de tolerancia cero con los indocumentados puesta en marcha en mayo y junio por el Gobierno.
La juez Dana Sabraw ordenó que los menores de cinco años fueran devueltos con sus padres, y puso de fecha límite este martes. Ayer, el Gobierno explicó que sólo iba a poder cumplir con parte de los menores (38 de 102), y añadió que, en un caso, no era posible porque “se desconoce desde hace un año dónde está el padre… y los registros muestran que padre e hijo podrían ser ciudadanos estadounidenses”.
Así se lo explicó a la juez, porque públicamente, a los periodistas, simplemente les explicó la primera parte, es decir, que “se desconoce desde hace un año dónde está el padre”. Se desconoce la identidad de padre e hijo y sus circunstancias.
“Esto ocurre mucho más frecuentemente de lo que podríamos pensar”, afirmó Lee Gelernt. Entre enero de 2011 y junio de 2017, el Departamento de Seguridad Nacional encarceló a al menos 1 714 estadounidenses acusados de ser inmigrantes indocumentados, y deportó a más de un millar.
Es el caso de un hombre que fue arrestado en mayo de 2008 por ICE y, pese a sus esfuerzos por demostrarse que tenía la nacionalidad estadounidense, estuvo en un centro de detención para inmigrantes indocumentados hasta el 2 de noviembre de 2011. Tras 1 273 días encerrado, la Migra le soltó en un pueblecito de Alabama donde no conocía a nadie, sin dinero y sin darle una explicación. (Lee aquí su historia)