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Madre de acogida describe el trauma de niños indocumentados separados de sus familias: “Vienen llorando, casi histéricos”

“Es doloroso ver a un niño tan pequeño tener que pasar por eso”, dice una mujer que alberga niños que han sido separados de sus familias

Un niño de 10 años que se despertó gritando en medio de la noche. Un niño de nueve que casi no comía por tres semanas después de ser separado de su padre. Una niña de cinco años que se quedó en shock y en silencio cuando se enteró que habían deportado a su padre sin ella.

Estos son tres los niños inmigrantes que ha cuidado recientemente Christine, una madre de acogida en Michigan. Ha visto a niños que enfrentan una deportación inminente esconderse debajo de la mesa. Y ha escuchado como preguntan constantemente por sus padres.

“Es doloroso verlos sufrir y yo no tengo las respuestas para ellos”, dice Christine, quien pidió que se le identificara solo por su primer nombre para proteger la privacidad de los niños. “Es doloroso ver a un niño así de pequeño tener que pasar por eso. No están equipados”.

"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", dice el dibujo de una pequeña. Foto: Rachel Woolf/NBC News

Christine acoge a menores inmigrantes no acompañados desde el 2016, por lo general adolescentes que han cruzado la frontera de EE. UU. solos. Pero últimamente los niños que ha acogido son mas jóvenes y han llegado a EE. UU. ilegalmente junto a sus padres para luego ser separados de ellos en la frontera. (El miércoles, el presidente Trump firmó una orden para parar las separaciones familiares. La orden no especifico qué va a pasar con las familias que ya han sido separadas).

Alexander, un pequeño de 9 años que ha estado bajo el cuidado de Christine desde mayo, lloró la noche que lo fue a recoger de la agencia Bethany Christian Services, una organización sin fines de lucro que ofrece distintos servicios desde adopción hasta el reasentamiento de refugiados, y está coordinando el cuidado de casi 100 niños inmigrantes.

Christine en su casa rodeada por los dibujos de los niños. Foto: Rachel Woolf/NBC News

Alexander intentó, pero no pudo acordarse del número de teléfono de sus familiares en El Salvador. Cruzó la frontera con su padre el 9 de mayo, pero fueron separados y ahora no sabe dónde está su padre.

Por casi tres semanas, Alexander casi no comía y le costaba dormir. También tenía fiebre y problemas de respiración después de contraer varicela mientras estaba detenido por las autoridades de inmigración, según Christine y la portavoz de Bethany Christian Services.

“Era el niño que más me preocupaba”, dijo ella.

Desde el 5 de mayo hasta el 9 de junio, 2.342 niños fueron separados de sus familiares mientras sus padres eran procesados por entrar de manera ilegal, según la Oficina de Adunas y Protección de Fronteras. Pero más niños han sido afectados—la política de ‘tolerancia cero’ del fiscal general Jeff Sessions de enjuiciar a todos los adultos que crucen ilegalmente la frontera fue anunciada en abril, y aún antes de eso, el New York Times reportó que más de 700 niños habían sido separados de sus padres.

La idea de separar a niños inmigrantes de sus madres para disuadir a los solicitantes de asilo y a aquellos que crucen la frontera ilegalmente fue discutida durante los primeros días de la administración del presidente Donald Trump, según notas de una reunión a puerta cerrada del Departamento de Seguridad Nacional. La política ha recibido duras reacciones, con políticos de ambos lados del espectro político oponiéndose, junto a lideres del sector tecnológico y activistas de derechos de los inmigrantes.

Dibujos de los pequeños que viven con Christine. Foto: Rachel Woolf/NBC News

Christine, 53, una maestra que habla español ha acogido cinco niños que han sido separados de sus familias desde el 2017. “Ellos son los que más han sufrido”, dijo.

Saul, un niño de 10 años de Guatemala que fue separado de su padre, gritó y se escondió detrás de un afiche de Bethany Catholic Services cuando Christine fue a llevarlo a casa.

“Vienen llorando, casi histéricos”, dice ella. “Solo aullaba y no se movía”.

Saul tuvo pesadillas por semanas.

“No podía articular qué era lo que veía, pero era malo”, dijo ella. “Esto pasó por como por tres semanas, los gritos en el medio de la noche”.

El padre de Saul fue deportado a Guatemala, pero pasaron unos dos meses más hasta que el niño pudo reencontrarse con su familia, dijo Christine.

Para proteger la identidad de los niños, NBC News utiliza los segundos nombres de los niños y no revela en qué ciudad vive Christine.

Cuarto de niños en la casa de Christine. Foto: Rachel Woolf/NBC News

Christine también ha intervenido para ayudar a padres nuevos de acogida a quienes les está costando apoyar a niños inmigrantes que han sido separados de sus padres y muestran mas síntomas severos de trauma que los niños que llegaron por su cuenta.

Daniela, una niña hondureña que fue separada de su padre, quedó en shock cuando le dijeron que él había sido deportado en las oficinas de Bethany junto a un equipo de apoyo y consejos.

“Se quedó rígida”, dijo Christine. “Tiene cinco años y no quería comer. Les costó quitarle la ropa cuando tocaba la hora del baño. No se metía a la cama, solo se quedaba ahí”.

Daniela, quien va a la casa de Christine un par de horas por apoyo, lloraba todos los días por dos semanas en la mañana y después del colegio.

“Se sorprendió cuando cayó en cuenta que era la única aquí”, dijo Christine. “Aunque no tengan un concepto formal de país, si saben que su padre ya no está acá”.

Christine dijo que los niños por lo general están bajo su cuidado por unos meses.

A menudo, los padres son deportados primero, pero con la acumulación de casos de inmigración, puede tardar más de lo usual para que los casos de los niños sean resueltos.

El miércoles Trump cambio su posición sobre las separaciones familiares, firmando una orden ejecutiva para detener temporalmente la separación de niños y padres indocumentados.

En el pasado, Trump ha falsamente culpado a los demócratas y una “terrible ley” no especificada por las políticas de su administración de enjuiciar a todos los que crucen la frontera ilegalmente causando separaciones familiares.

Trump dijo el martes que “huecos” en el sistema de inmigración ponen en peligro a los niños.

“Los traficantes de niños se aprovechan de estos huecos y entran ilegalmente en Estados Unidos, poniendo en peligro a innumerables niños en el comprometedor camino a Estados Unidos”, dijo el mandatario.

Bajo la administración de Obama, los niños por lo general permanecían con sus padres en albergues mientras esperaban por el proceso legal y eventualmente eran liberados bajo supervisión, como grilletes en los tobillos.

Funcionarios de la administración Trump han pedido a miembros del Congreso que se han opuesto a las separaciones familiares que cambien las leyes. Pero la detención de niños lejos de sus padres es resultado de una política de Sessions, y no hay ley que requiera la separación de las familias, entonces no es necesario que actúe el Congreso para evitar la situación.

Dibujos de los niños. Foto: Rachel Woolf

Los niños que son separados de sus padres son tratados como inmigrantes no acompañados, entonces sus casos de inmigración son distintos a los de sus padres y no permanecen en centros de detención junto a sus familias.  Los niños no acompañados tienen más protecciones que los adultos y deben permanecer en el “ambiente menos restringido posible”, según un acuerdo legal de 1997 establecido por el presidente Bill Clinton. Eso puede significar ser liberado a familiares o un programa como el que lleva Bethany Christian Service.

Chris Palusky, presidente y CEO de Bethany, dijo que la meta de la organización es “intentar conseguirles familias a los niños más vulnerables”.

El y Dona Abbott, director de la oficina de servicios para refugiados en Bethany, enfatizó que el grupo cree que los niños no deben ser separados de sus padres.

“Dentro de las familias es donde mejor se satisfacen las necesidades de los niños, y por supuesto debería ser dentro de su propia familia”, dijo Abbott.

El grupo recoge a niños no acompañados en el aeropuerto y trabaja con terapistas y administradores para determinar que necesita cada niño y dónde están sus padres.

“A veces nos dan información sobre dónde están los padres tras ser separados, pero muchas otras veces no”, dijo Abbott. “Solo sabemos por donde cruzaron la frontera, y después  empezamos a llamar a centros de detención”.

El grupo también da a los niños una prueba educativa y entrena a maestros y padres en cómo manejar niños que han vivido traumas.

Al menos la mitad de los 100 niños inmigrantes con los que trabaja Bethany han sido separados de sus padres, y ese numero está creciendo. Para mayo, 26 de los 29 niños entregados a Bethany habían sido separados.  Palusky también dijo que la edad promedio de niños en su cuidado ha bajado de entre 12 y 14, a entre ocho y seis.

“De hecho, tenemos un bebé de ocho meses que estamos ayudando a cuidar,” dijo. “Estamos viendo a bebés, niños más pequeños, antes eran mas jóvenes y adolescentes”.

Agustin Arbulu, director ejecutivo del Departamento de Derechos Civiles en Michigan, dijo en un comunicado el miércoles que las agencias que están trabajando con niños que han sido separados reportan que están recibiendo bebés.

“Algunos de los niños son bebés tan pequeños que tienen unos tres meses y no pueden abogar por si mismos”, dijo.

El trauma que enfrentan estos niños se le suma la violencia de la que han sido testigos en sus países de origen.

“La gente está huyendo de lo que yo describo como un infierno”, dijo Palusky. “No es un viaje que hacen a la ligera”.

Abbott dijo que, aunque los niños separados de sus familias tengan familiares en los Estados Unidos que pueden acogerlos, no quieren hacerlo por miedo a ser deportados. Esos temores se basan en una nueva regla federal que da acceso a la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas a la información personal y huellas dactilares de aquellos que dan un paso adelante para reclamar niños, así como de todos los adultos en la casa de esa persona.

Abbott dijo que Bethany estaba “intentando ayudar al personal a ver cómo pueden tener esas conversaciones con las familias”.

Aunque los niños encuentren estabilidad dentro de sus familias de acogida, esas relaciones son temporales y pueden terminar en un instante cuando los niños son puestos en un avión y deportados.

“Me preocupa cómo el trauma les va a afectar el resto de sus viajes y como van a poder relacionarse”, dijo Christine, quien ha cuidado niños por hasta nueve meses.

Christine dijo que se motivó a recibir niños inmigrantes después de viajar a y vivir en Centroamérica. “Me sorprendió que tan distinto es el mundo al otro lado de la frontera y quería hacer algo”, dijo ella.

Cuando Alexander tenía como tres semanas viviendo con Christine se acordó del número de teléfono de su madre en el Salvador mientras practicaba matemáticas en el colegio. Al mismo tiempo, un trabajador social localizó a su padre en un centro de detención y logró hablar con él. Finalmente, comenzó a comer más.

Christine dice que se espera que Alexander sea deportado pronto a El Salvador, pero el caso de Daniel todavía está siendo procesado por las cortes.

El pasado domingo, Daniela repetía una y otra vez lo mismo por una hora.

“Me seoararon de mi papá y no sé a dónde se fue y ¿por qué estoy acá y por cuánto tiempo? Quiero irme a mi casa con mi mamá y mi hermanito pequeño y mi conejito”, repetía Daniela, según Christine.

Los puedo confortar físicamente, si les puedo ayudar y estar ahí, pero es doloroso verlos, dice ella. “Es la peor pesadilla de un padre y de un niño también, ser separados”.