Francisco (el nombres está alterado para proteger su intimidad) tiene 13 años y sufre parálisis cerebral severa desde su nacimiento. Según sus padres, su enfermedad “hace cada día más difícil su existencia, provocando gran sufrimiento”. Por ello, quisieron que muriera con dignidad, pero se encontraron con la oposición de las autoridades sanitarias colombianas. Acudieron así ante la justicia, y la Corte Constitucional resolvió en octubre darles la razón y obligar al Gobierno a legislar la eutanasia para niños. El pasado jueves, el Ministerio de Salud presentó un borrador sobre este derecho, que ha provocado polémica en aquellos países donde se ha legislado.
En Europa, Bélgica legalizó la eutanasia para adultos en 2002, y en 2014 extendió ese derecho a los niños con enfermedades terminales y un dolor insoportable, convirtiéndose en el primer país del mundo sin restricciones de edad (en la vecina Holanda, el límite son los 12 años o más). En septiembre de 2016 murió el primer niño en un suicidio asistido, con permiso de sus padres.
En Canadá, un comité de expertos debe entregar antes de diciembre un informe al Parlamento sobre la administración de eutanasia a menores de 18 años.
Colombia puede sumarse ahora a esta corta lista merced al dictamen de su Corte Constitucional. El borrador de resolución conocido la semana pasada obliga al Ministerio de Salud a garantizar los cuidados paliativos necesarios (según los magistrados, falló en esto en el caso de Francisco). Pero, además, en caso de sufrir un dolor “constante e insoportable que no pueda ser aliviado”, permite solicitar la eutanasia “de manera libre, informada e inequívoca”.
Los niños de 12 a 14 años pueden pedir la eutanasia, pero con permiso de sus padres; entre los 14 y los 17 años, bastará con el deseo del menor. Los niños menores de 12 años no podrán solicitar el suicidio asistido, ni ellos ni sus padres, con contadas excepciones.