El dictador norcoreano, Kim Jong Un, ha presidido este jueves un desfile militar con los soldados haciendo el paso de la oca perfectamente sincronizados, y los misiles con los que amenaza con poder transportar bombas nucleares hasta territorio estadounidense.
Un desfile, en resumen, como el que el presidente, Donald Trump, quiere celebrar cada 4 de julio en Washington DC.
El pasado 14 de julio, el presidente estadounidense acompañó a su homólogo francés, Emmanuel Macron, en un desfile de dos horas de duración que conmemoraba el día de la Bastilla: 241 caballos, 63 aviones y 29 helicópteros marcharon por los Campos Elíseo y cautivaron la imaginación de Trump.
Tanto es así que el Pentágono ha recibido órdenes de organizar uno similar con motivo de la fiesta nacional por las calles de la capital.
La semana pasada, Corea del Norte se adelantó.
Era un desfile anticipado, puesto que celebraba el 70 aniversario de la fundación de sus Fuerzas Armadas, y tuvo un perfil más bajo de lo esperado: en vez de retransmitirse en directo, fue mostrado horas más tarde en la televisión estatal; y desfilaron menos misiles que en el anterior, celebrado en abril.
Todo ello es tan importante como el hecho propio de su celebración, puesto que coincide con el inicio de los Juegos Olímpicos en Corea del Sur, a los que el régimen norcoreano ha enviado una pequeña delegación y en los que participará en conjunto con su vecino, un paso que ha alentado aires de paz tras meses de declaraciones bélicas entre Trump y Kim Jong Un.
Antes decenas de miles de soldados y civiles, el dictador norcoreano aseguró que este desfile ilustra la aparición de su país como “potencia militar globlal” pese a las “peores sanciones”, y llamó a defender “la dignidad sagrada de la república” ante cualquiera que la ponga en peligro incluso por “0,001 milímetros”. No hizo menciones a los Juegos Olímpicos, aunque se desconoce si el discurso fue emitido en su totalidad por la televisión estatal. La prensa extranjera no pudo asistir al evento.