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En México un ataúd puede ser utilizado por más de un difunto

Ante el aumento de incineraciones, funerarias han optado por reutilizar y revender ataúdes, muchas veces haciendo uso de engaños

-El aumento de las cremaciones dio apertura a la comercialización de ataúdes usados  

-Esta práctica representa un riesgo económico para fabricantes, además de una amenaza a la salud 

 

Ciudad de México, México.- Cuando el esposo de la contadora Sara Chávez Aguilar falleció en 2005, empleados de la funeraria Mitlán, ubicada en la colonia Doctores, le ofrecieron a la viuda el servicio de “renta” de un ataúd, como un “apoyo a su economía”, pues los restos de su marido iban a ser incinerados y, conforme los funerarios, no era necesario adquirir un féretro nuevo.  

 

Chávez Aguilar conserva la factura que le fue proporcionada por dicho servicio. En total pagó mil 150 pesos (60 dólares), poco menos del costo actual de un ataúd promedio de metal, si se compra directamente en la fábrica, que es de mil 600 pesos (84 dólares).  

 

El negocio le hizo firmar a la mujer un documento que estipulaba que el féretro debía regresa a la agencia para su supuesta donación.

 

“Una, dos, tres... 15 veces, las funerarias reutilizan los féretros tanto como pueden”, dice en entrevista con Noticias Telemundo Pedro Jaramillo, representante legal de Litomex, una de las pocas fábricas de ataúdes que sobreviven en la Ciudad de México. “Sólo dejan de utilizar un ataúd (los funerarios) cuando se vende para inhumación, muchas veces sin tomar en cuenta los riesgos sanitarios”.  

 

Jaramillo es biólogo, sin embargo, se dedica al negocio de la muerte como lo hicieron su padre y abuelo desde hace 60 años. En las más de dos décadas que lleva al frente de la empresa familiar ha visto la desaparición de sus competidores y es que afirma que el aumento de cremaciones desató el que se conoce como “mercado negro de los ataúdes”, pues los féretros ya no se entierran junto con los difuntos.  

 

“Un cliente que antes compraba 16 ataúdes al mes, ahora sólo adquiere cinco porque los reutiliza”, afirma el empresario.  

 

“Hace 25 años yo contaba como 35 talleres de ataúdes, ahora quedamos quizá cuatro. Creo que hemos logrado sobrevivir (Litomex) porque implementamos el uso de maquinaria, algunas máquinas las creamos desde cero y otras las hemos adaptado”, menciona. 

 

Cada semana Litomex produce 220 ataúdes, este número no ha disminuido en los últimos años, lo que Jaramillo atribuye a que fábricas que han cerrado les han heredado su lista de clientes, sin embargo, dice que hace lo posible para que su negocio “no sea el próximo en morir”.  

 

Fábrica de ataúdes. Foto: Liliana Ortiz 

 

Según Jaramillo, “la reutilización de ataúdes se da de dos formas: están los funerarios que compran ataúdes a los fabricantes, los reutilizan y los venden como si fueran nuevos y quienes acuden a velorios en busca de ataúdes usados con fines comerciales”. Una tercera forma sería la ejecutada por particulares que venden féretros usados en línea, en páginas como Mercado Libre y Segunda Mano a precios por debajo del promedio comercial.  

 

Respecto al aumento de las cremaciones que menciona Jaramillo, una investigación realizada en 2008 por expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) apunta que “la falta de espacios en los panteones, los altos costos de los servicios funerarios e incluso el deseo de acelerar el proceso del luto entre los deudos del fallecido son las principales causas de que la cremación vaya en aumento en México”, tendencia que se mantiene.  

 

Conforme datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) cada año mueren más de 600 mil personas en México, en 2016 el total de decesos fue de 685 mil 763. De los cuales el 80% pasó por la cremación o incineración, según un estudio realizado por Grupo Gayosso, la mayor empresa funeraria del país.  

 

Otro motivo por el que los mexicanos prefieren incinerar a sus seres queridos es el costo, pues un entierro llega a ser hasta 30% más caro, según cifras del mismo grupo funerario. Estimaciones apuntan que el servicio fúnebre, con incineración, tiene un costo promedio de entre cuatro y 20 mil pesos (entre 210 y 1.050 dólares), mientras que, si se elige la inhumación de los restos, se podría terminar pagando hasta 35 mil pesos (1.841 dólares).  

 

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Jaramillo opina que la reutilización de ataúdes representa un riesgo económico para los fabricantes y proveedores de materia prima, y uno sanitario para quienes asisten al velorio. Además, es un fraude cuando las empresas no advierten a los compradores que están adquiriendo un artículo usado.  

 

Ataúdes metálicos y de madera para reciclaje. Foto: Liliana Ortiz 

 

Para regular esta problemática, en abril de 2013 la Cámara de Diputados de México aprobó una reforma a la Ley General de Salud, la cual “avala la reutilización de ataúdes de cadáveres que hayan sido incinerados, siempre y cuando exista permiso de la autoridad sanitaria”.  

 

Un boletín publicado en el archivo histórico en línea informa que con esta medida se busca terminar con el mercado negro y evitar la proliferación de focos infecciosos que pudieran ser generados por ataúdes utilizados por personas fallecidas a consecuencia de enfermedades infectocontagiosas.  

 

Sin las medidas adecuadas se corre el riesgo de que, en caso de muerte por este tipo de enfermedades, el virus permanezca en los ataúdes, que al ser reciclados o reutilizados pueda exponer a infecciones a quienes los adquieren o están en contacto con ellos”, se lee en el dictamen.  

 

El documento oficial explica que actualmente existen “muchas personas y agencias de servicios funerarios que trafican con los llamados 'ataúdes reciclables'”.  

 

“Lo que hacen estas agencias, particularmente las funerarias denominadas 'cajoneras', es aprovecharse de la vulnerabilidad de las familias, de modo que consiguen convencerlas de que donen sus ataúdes para más adelante venderlos a otros deudos”, detalla el informe. “En la actualidad no hay ninguna ley que evite el mercado negro de ataúdes”.  

 

Alejandra Hernández narra que en agosto pasado la mamá de una de sus amigas falleció. “Como fue cremación, la funeraria hizo que los familiares de la difunta firmaran un documento de donación del ataúd”, dijo Hernández en entrevista. “En ese momento a mi amiga no le importó y dio su autorización”, sin embargo, no se le entregó ningún documento que avale que el féretro fue donado. 

 

Una de las recomendaciones que realizan funerarios antes de regalar un ataúd es hacerle un daño a su estética, así podrá utilizarse, pero sin fines comerciales.  

 

Respecto al riesgo a la salud, el diario español El País publicó una investigación de la Universidad Johns Hopkins, en Maryland, Estados Unidos, la cual expone el caso de un embalsamador que fue contagiado de tuberculosis por un cadáver. “Las partículas que causaron la enfermedad se introdujeron en los fluidos para embalsamar en el cuerpo”, se lee en la nota publicada en línea. 

 

Sin embargo, aunque hay casos documentados de contagios por parte de cadáveres, World Health Organization informa que los agentes causales de enfermedades altamente contagiosas, como la peste, el cólera, la fiebre tifoidea, la tuberculosis, el ántrax, la viruela y la influenza no sobreviven mucho tiempo en el cuerpo humano después de la muerte por lo que es poco probable que tales epidemias se propaguen.  

 

La organización internacional también apunta a que padecimientos como la Hepatitis B y el VIH tienen mayor probabilidad de contagio que otros agentes patógenos.  

 

El representante legal de Litomex narra que hace unos años el Panteón Civil de Dolores, uno de sus principales clientes, le propuso devolverle ataúdes que habían sido utilizados para cremaciones con el fin de que fueran restaurados y pudieran volverse a utilizar. Jaramillo dice que en ese momento no tenía muchas opciones, así que aceptó.  

 

“Trajeron como 60 ataúdes en total. La mayoría sólo necesitó limpieza, otros tenían algún daño estético que debía ser reparado, como golpeaduras, pero un porcentaje me hizo pensar que no podía creer lo que veía”, recuerda Jaramillo. “Al momento de abrir los ataúdes en peor estado nos encontramos con fluidos de todo tipo, principalmente sangre, además tenían un olor nauseabundo que no desaparecía con nada. Preferimos rechazar la oferta del negocio con el panteón”.  

 

El empresario narra que a partir de ese momento recomiendan a todos sus clientes que los féretros que ya han sido utilizados se reciclen, pero de una forma verdaderamente ecológica, con una máquina que aplasta los ataúdes de metal hasta convertirlos en láminas. En el caso de los que son elaborados con madera, Jaramillo dice que aún no cuentan con métodos funcionales de reciclaje para deshacerse del artefacto sin causar un daño ambiental.  

 

Fábrica de ataúdes: Foto: Liliana Ortiz

 

 

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Manuel Ramírez, quien ocupa un puesto administrativo en la agencia funeraria J. García López, una de las más reconocidas del país, señaló vía telefónica que la empresa en la que labora reutiliza ataúdes, pero bajo estrictos controles sanitarios. Ramírez opina que es cuestión de ética.  

 

Por su parte, Rafael Rangel, encargado de turno en la empresa funeraria Protecto DECO, dice que funerarias denominadas “cajoneras” o “patito”, que son las que ofrecen precios más económicos, “se encargan de transportar a los difuntos y posteriormente regresan por el ataúd para almacenarlo, muchas veces sin cumplir con estándares de limpieza”.  

 

Funeraria Proctecto DECO Roma. Foto: Liliana Ortiz

 

Rafael Rangel, encargado de turno en la empresa funeraria Protecto DECO. Foto: Liliana Ortiz

 

Ante la incertidumbre sobre las empresas que llevan cabo los procesos correspondientes para reciclar cuerpos y las que no, Rangel recomienda, antes de adquirir un servicio funerario, verificar que el ataúd se encuentre en condiciones óptimas, de preferencia cubierto con plástico, sin marcas o golpes y que “huela a nuevo”.  

 
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