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Victoria política para Trump: la Cámara aprueba su bajada de impuestos

La reforma fiscal del presidente pasa el examen de la Cámara de Representantes, pero se enfrente aún a obstáculos importantes en el Senado
Paul Ryan y Donald Trump, en una reunión sobre la reforma fiscal el 2 de noviembre en la Casa Blanca.
Paul Ryan y Donald Trump, en una reunión sobre la reforma fiscal el 2 de noviembre en la Casa Blanca.AP / AP

La Cámara de Representantes ha aprobado esta tarde la reforma fiscal impulsada por el presidente, Donald Trump, que poco antes se había reunido con los congresistas para defender la iniciativa. El principal obstáculo para el plan se encuentra sin embargo en el Senado, donde la mayoría del Partido Republicano es muy exigua, y la decisión de vincular la derogación de la obligatoriedad del seguro médico con la reforma fiscal ha reforzado las dudas de un puñado clave de congresistas. Precisamente en la Cámara Alta y por la falta de apoyo de tres senadores fracasó la reforma sanitaria impulsada por Trump. El presidente se juega mucho más ahora: la reforma fiscal es la clave de bóveda de su proyecto político, y sería, de ser aprobada, prácticamente su primera victoria en casi un año.

El proyecto de ley aprobado hoy por la Cámara de Representantes prevé reducir del 35% al 20% el tipo de interés que pagan las grandes empresas; recortaría también los impuestos a la mayoría de la población, aunque en diferente medida si uno es rico o es pobre, y con la eliminación aparejada de casi todas las deducciones que ahora ayudan, por ejemplo, a las familias con hijos, a los estudiantes universitarias, a los investigadores científicos, a los enfermos con grandes gastos médicos, etcétera. La reforma podría además aumentar el déficit público en 1.500 millones durante la próxima década.

El Partido Republicano defiende que la reforma simplificará el sistema fiscal y lo hará más justo, impulsando además la creación de empleos. Los demócratas, sin embargo, arguyen que rebajar los impuestos a las grandes compañías (lo que supone dos tercios del volumen del plan) no ha funcionado en el pasado para que esos beneficios terminen revirtiendo en la clase trabajadora: dar más dinero a las empresas, señalan, no significa que lo vayan a usar para crear empleos o subir sueldos en vez de para abonar más dinero a sus directivos o a sus accionistas.

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La Cámara de Representantes tiene una clara mayoría republicana (240 frente a 194 demócratas). En el Senado, sin embargo, los republicanos tiene 52 asientos y los demócratas 48, por lo que no pueden perder más de tres apoyos entre sus filas.

El senador republicano Ron Johnson (Wisconsin) se mostró ayer en contra del proyecto tal y como está planteado ahora. Otros cinco han evitado hasta ahora anunciar su respaldo: Susan Collins (Maine), Jeff Flake y John McCain (Arizona), Bob Corker (Tennessee) y Lisa Murkowski (Alaska). Quizá le suenen estos nombres: Collins, Murkowski y McCain votaron en contra de la reforma sanitaria, evitando así que fuera aprobada. Y Corker y Flake han mostrado con duras palabras su oposición a la forma de hacer política de Trump.

Quizá lo que más haya complicado el futuro de la reforma fiscal en el Senado sea la decisión de introducir en ella la derogación de un punto clave del sistema sanitario conocido como ObamaCare: la obligatoriedad de tener seguro médico. Dado los precedentes a la hora de derogar ObamaCare, y que esta medida se tomaría ahora sin un plan para sustituirlo, la reforma fiscal podría naufragar tal y como está planteada ahora precisamente en los mismos términos en los que lo hizo la reforma sanitaria.

Si el Senado logra aprobar la medida, luego debería reconciliarse con el proyecto aprobado por la Cámara de Representantes. La intención de Trump es firmar la ley antes de que acabe el año.