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Anciana que perdió su casa tras terremoto en México, se niega a abandonar sus recuerdos

La anciana se niega a trasladarse a un albergue a pesar de haberlo perdido todo.

Puebla, México.- A doña Virginia Ponce el terremoto del 19 de septiembre la sorprendió en la cocina. La mujer de 78 años se encontraba preparando papas con salsa cuando un movimiento telúrico de 7.1 grados en escala de Richter hizo vibrar su hogar.

Sus paredes y techo colapsaron y la anciana resultó con una herida en la cabeza que le ensangrentó el rostro. Doña Vicky, como le dicen de cariño, dice que inmediatamente se encomendó a la virgen de Guadalupe y pensó que el golpe le podría ocasionar amnesia. Sin embargo, hasta el momento sus recuerdos se mantienen intactos.

A pesar de haberlo perdido todo, la señora Ponce recibe de forma servicial a la gente que acude a entregarle despensas. Los invita a pasar al terreno baldío en el que acomodó sus pertenencias y les ofrece un lugar para sentarse y descansar de su jornada.

El primer día después de la catástrofe, la habitante de Santa María Tepapayeca, uno de los municipios más afectados por el terremoto en Puebla, tuvo que permanecer a la intemperie. Tendida sobre su cama, al lado de su marido enfermo, rogando para que el clima fuera favorable y tal parece que sus oraciones fueron escuchadas pues hasta el momento no ha llovido en dicho poblado.

Doña Vicky dice que el gobernador del municipio en el que habita realizó un recorrido para evaluar los daños y le prometió una pronta solución a su problema de vivienda. La primera medida del regidor fue colocarle un techo provisional de lona, bajo el cual la anciana pasa sus días y recibe a sus dos hijos y nietos de dos, de ocho y nueve años.

Asimismo unos voluntarios le regalaron un anafre y carbón para que pudiera preparar alimentos y bebidas calientes.

Aunque la septuagenaria ha sido trasladada en diversas ocasiones a refugios y propiedades de familiares, siempre regresa al que considera su hogar, pues dice que ahí están sus recuerdos: de cuando se casó hace más de 30 años y de sus hijos, quienes bajo el techo que construyó su marido con sus propias manos, nacieron, crecieron y formaron sus propias familias.

"Yo aprendí muy bien de mi mamá, no me gusta moverme de aquí para acá, soy de mi casa, aquí me siento tranquila", dijo.

El exconvento del pueblo también resultó con daños en su estructura, tan severos que se encuentra cerrado al público y desde el martes pasado no se han podido llevar a cabo las sesiones de rezo a las que Vicky asiste todos los días en punto de las 17:00.

Aunque su semblante cambia por instantes, la señora Vicky está resignada a que podrían pasar meses o años antes de que vuelva a tener un techo firme. Grupos de voluntarios ya se han organizado para recolectar fondos y destinarlos a la construcción de una nueva casa. Vicky no pide mucho, sólo que tenga al menos dos cuartos pues uno no es suficiente para almacenar todas sus cosas materiales.