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Ciudadanos anónimos participan en el rescate de supervivientes en México

Vítores espontáneos cuando se encuentra a alguien vivo bajo los escombros, y luego silencio de nuevo para intentar escuchar los llamados de auxilio

Los trabajadores de rescate se afanaban por toda la Ciudad de México para sacar a personas atrapadas bajo los escombros de edificios derribados por el terremoto de este martes. En la Colonia Roma, prorrumpieron en gritos de júbilo tras extraer a una mujer con vida. Inmediatamente después, llamaron de nuevo a mantenerse en absoluto silencio para poder escuchar los ruidos o llamados de auxilio de posibles víctimas.

En ese mismo vecindario, Gala Dluzhynska estaba en clase junto a otras 11 mujeres en el segundo piso de un edificio que se derrumbó durante el sismo. Más de dos horas después, seguía en la calle, cubierta de polvo y con una herida vendada en el pie. Salió del edificio a través de una escalera muy estrecha y rodeada de cristales, mientras todo empezaba a derrumbarse a su paso; tropezó, cayó al suelo, y otros le pasaron por encima. Gritó pidiendo ayuda, y alguien la arrastró del pie. “Ya no había escalones, sólo rocas”, cuenta a la agencia de noticias Associated Press. A su alrededor sólo quedaba polvo y escombros. Aún estaba buscando a una compañera desaparecida.

El sismo atrapó a algunos bajo los escombros, otros escaparon de milagro, y la mayoría tuvo que desalojar sus edificios, fruto de la precaución y el miedo. Estos últimos, ciudadanos de a pie durante la mañana, se convirtieron en héroes improvisados en  muchos casos tras el temblor, ayudando a retirar cascotes usando por ejemplo carros de supermercado.

Carlos Mendoza, de 30 años, se unió a los equipos de rescate cuando vio derrumbarse un edificio a sólo dos cuadras de distancia en la Colonia Roma. “Cuando vi eso fui a ayudar, esto es feo, muy feo”, ha dicho, cubierto de polvo. En tres horas, tuvo la oportunidad de rescatar a dos personas. Mariana Morales, de 26 años, fue otra de las miles de personas que colaboraron: “Hubo un sonido de trueno… luego polvo, y todo esto”, señaló. “La gente se está organizando rápidamente”, añadió, en referencia a los voluntarios.

El terremoto pilló por sorpresa a los capitalinos, que acababan de realizar un simulacro apenas unas horas antes. Elisa Durán calentaba a esa hora su comida en un complejo de oficinas en el piso decimocuarto de un edificio de Polanco cuando sintió al piso moverse. “No podía caminar derecho, todo se movía, se cayeron cuadros, lámparas y mamparas. Nos quedamos en un pilar hasta que acabó pero como es un edifico hidráulico, se siguió moviendo”, relata. Luego del susto, por fin evacuaron a su oficina hacia la calle, pero los volvieron a mover ante el peligro de una fuga de gas. Al final, los enviaron a sus casas.

Omar Lazo se encontraba en la casa de su hermana, había ido checar como se hallaban ella y su sobrina, de apenas meses de nacida, cuando empezaron a sentir el movimiento: “Sólo les dije, ‘está temblando, vamos a salirnos ya’”. Obdulia Martínez, de 81 años, asegura que el sismo la asustó como pocos en su vida, y que en realidad ni siquiera supo cómo reaccionar, se limitó a rezar: “Sólo nos queda pedir misericordia”.

A Ricardo García pudo comprobar los efectos  recorriendo la ciudad en bicicleta: “Se respira la catástrofe en la ciudad, está del carajo, de repente sí siento el nudo en la garganta”.