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Se refugia en una iglesia antes de ser deportada: “No puedo irme como una criminal"

Francisca Lino es madre de seis niños y está casada con un ciudadano estadounidense, pero debía ser expulsada del país este miércoles
Francisca Lino, con sus hijos en Chicago en 2008.
Francisca Lino, con sus hijos en Chicago en 2008. ASSOCIATED PRESS / ASSOCIATED PRESS

Tras 15 años batallando su caso, a Francisca Lino se le están agotando las vías legales para seguir en el país junto a sus seis hijos y su marido, todos ellos ciudadanos estadounidenses. Esta mañana tenía que entregarse a los agentes de inmigración para ser deportada. En su lugar, se ha refugiado en la Iglesia Metodista Unida de Adalberto, en el barrio de Humboldt Park, en Chicago, Illinois.

Lino, mexicana de 50 años, no tiene antecedentes penales. Inicialmente, acordó con su esposo y sus hijos que lo mejor seria regresar a Mexico, pero a ultima hora decidió refugiarse en esta iglesia pese a que ellos al principio no creyeron que fuera una buena idea. “Es una decisión muy dura, no fue nada fácil, pero aquí estoy para seguir luchando”, asegura Lino. “A última hora tomé la decisión, le dije a mi esposo, yo no me voy, voy a seguir luchando hasta el final”, afirma.

“Yo no me veía sola sin ellos allá, y tampoco les puedo llevar, ellos están estudiando, tienen sueños, y la delincuencia en mi país está muy mal”, señala. “No me voy a ir sin jugar mi última carta”, añade, “no puedo irme con la cabeza agachada, como si fuera una criminal”.

Si finalmente agota cualquier posibilidad de permanecer en el país, regresará a México, pero ni su esposo ni sus hijos hablan bien español. Una de sus hijas sufre depresión, por lo que teme las repercusiones que esta situación tenga sobre su familia. En cualquier caso, su intención es permanecer en la iglesia, a la que agradece su apoyo, el menor tiempo posible.

La pastora del templo, Jacobita Cortez, asegura que en tres meses se resolverá la última instancia legal para mantener a Lino en el país, y ella podrá tomar una decisión definitiva. En este mismo templo se refugió hace una década Elvira Arellano, una inmigrante que se convirtió en símbolo de las iglesias santuario en Estados Unidos.  Finalmente, en 2007 fue deportada, pero en 2014 regresó ilegalmente a Estados Unidos para reunirse con sus dos hijos, y ahora espera que se resuelva su petición de asilo.

Arellano asegura que Lino le prestó entonces ayuda “en esos momentos tan difíciles”, y por eso ahora ella está “ahí para apoyarla”. “Es muy difícil tomar la decisión de santuario, es muy difícil también para las familias”, añade Arellano.

A Lino la dijeron que sería deportada durante su primer control ante las autoridades migratorias tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Llegó al país en 1999, después de haberlo intentado una vez y haber sido deportada.

Quizá por ello, cuando dos años después se casó con Diego Lino, ciudadano estadounidense, y trató de obtener permiso de residencia, se le negó e incluso pasó varios días detenida. Desde entonces, ha evitado ser deportada gracias al perdón temporal de las autoridades migratorias durante la presidencia del demócrata Barack Obama. “Mi único delito fue cruzar la frontera para dar una vida mejor a mi familia”, explica Lino.