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Los escalofriantes parecidos entre el 'camión de la muerte' y una tragedia hace 14 años

Los expertos creen que es una opción preferida por los inmigrantes a cruzar el desierto a pie pero, como sucedió también en 2003, puede acabar con la muerte

“Es triste que, 14 años después, la gente siga entrando de forma ilegal en camiones", declaró esta semana Thomas Homan, director interino del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, en sus siglas en inglés). "Sigue sin haber agua, sigue sin haber ventilación. Estas organizaciones criminales solo piensan en el dinero”, añadió. Homan trazaba así un paralelismo entre la muerte de 10 inmigrantes este domingo cuando eran trasladados en camión a San Antonio, y otra tragedia acaecida en 2003.

El 14 de mayo de aquel año, las autoridades descubrieron a 70 personas en el interior de un camión en la loclidad de Victoria, Texas. Prácticamente sin oxígeno, completamente deshidratados, gimiendo, gritando, golperon las paredes del vehículo en un intento de ser rescatados. Nadie les liberó. Fallecieron 16 durante el trayecto, el primero de ellos un niño de cinco años que murió en brazos de su padre. Otros tres perdieron la vida en el hospital. 

En San Antonio, hasta un centenar de personas podría haber viajado en el camión; muchos huyeron cuando finalmente se abrieron las puertas, junto a un centro comercial Walmart. Dentro del vehículo había ocho cadáveres; otras dos personas murieron horas después. También gritaron, también golpearon pidiendo ayuda. Y, como hace 14 años, nadie abrió las puertas del camión.  

Forenses recuperan los cuerpos de los fallecidos en el camión de 2003 en Victoria, Texas. (AP)


 

En 2003, el conductor, Tyrone Williams, había negociado subir a su remolque por 7.500 dólares a unas 70 personas provenientes de Nicaragua, Honduras, El Salvador, México y República Dominicana. La travesía comenzaba en Harlingen, al sur de Texas, y debía concluir en Robstown, 120 millas más al norte, tras pasar por un puesto de control dronterizo. Sin embargo, al ser arrestados dos de los contrabandistas que se suponía que recibirían a Williams allí, se le ordenó que tomara la ruta de la ciudad de Houston, 200 millas más lejos.

El conductor nunca accionó el encendido del aire acondicionado, por lo que dentro del remolque la temperatura llegó a los 173 grados. Los inmigrantes furtivos golpearon las paredes del vehículo, gritaron, hicieron todo lo posible por llamar la atención de quien los conducía definitivamente en busca del sueño americano. Dos veces Williams detuvo el camión, dos veces escuchó sus súplicas, pero nunca les dio auxilio.

Al llegar a una parada de camiones en Victoria y temiendo ser detectado, Williams desató el remolque y escapó. Un tribunal de apelaciones describió la escena de esta manera: “Los cuerpos, tanto de los muertos como de los vivos, estaban apilados en el remolque. Algunos otros permanecían detrás del montón. Muchos estaban desnudos y transpiraban”.

Al final, después del luto de las familias y del impacto mediático, Tyrone Williams se salvó de la pena de muerte, al ser condenado a cadena perpetua, si bien en 2012 una corte de apelaciones le redujo la sentencia a 34 años. Otras 13 personas implicadas en este delito recibieron condenas que fueron de los 14 meses a los 23 años de cárcel.

Video relacionado: ¿Será deportados los sobrevivientes del camión de la muerte de San Antonio?

Tres meses antes, también en Veracruz, cuatro inmigrantes se ahogaron en un camión en el que viajaban con otros 55, la mayoría de origen guatemalteco. Deshidratados tras varios días sin agua ni alimento, los viajeros de aquel supuesto camión de correos habían pagado 930 dólares por persona por ser transportados de Guatemala hasta Estados Unidos.

Entrevistada por el diario Washington Hispanic, Guadalupe Correa Cabrera, politóloga en la University of Texas, declaró que los migrantes que entrevistó en 2016 en el sur de Texas habían pagado entre 2.000 y 3.000 dólares más por cruzar en tráileres abarrotados, que consideran una opción más efectiva, rápida y segura, en lugar de tener que atravesar el desierto y exponerse a otro tipo de peligros.

De hecho, concluye Correa, el camión es visto como un método VIP.

La realidad es que, con el incremento de las medidas de vigilancia por parte de la administración Trump, los traficantes no han bajado la guardia, poniendo en marcha métodos más sofisticados, pero no menos peligrosos, para hacer pasar su “carga”.

De hecho, un informe reciente del grupo europeo de riesgo global Verisk Maplecroft sugiere que una política gubernamental más dura puede llevar a los migrantes a aceptar los riesgos de métodos de contrabando más peligrosos.

Una revisión de los documentos judiciales de otros casos indica que estos son utilizados a menudo sólo después de que los mexicanos y los centroamericanos ya han cruzado de diversas maneras la frontera, y para completar su distribución a grandes ciudades del sur y la costa oeste: San Antonio, Houston, Austin, Dallas, Phoenix, San Diego o Los Ángeles.

“Imagino que el porcentaje que ganan [los coyotes] es muy, muy alto -asegura Adam Isacson, de Washington Office on Latin America, un grupo de defensa de los derechos humanos-. Aunque pierdan algo de reputación por episodios como este, sus márgenes de beneficio siguen siendo lo suficientemente altos como para que funcione. De otra forma, la gente no pagaría”.