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Resumen del año: La guerra contra narco mexicano no acaba con la sangre

En los primeros diez meses de 2016 se produjeron 17.063 casos de homicidios en México, una cantidad que supera a los doce meses de 2015 y que se equipara al record establecido en 2012

La última captura de Joaquín Guzmán Loera, más conocido como El Chapo, ha sido el punto más mediático e impactante de la larga lucha que el gobierno mexicano lleva a cabo contra los carteles del narcotráfico, pero seguramente no ha sido lo único. Mucha sangre ha corrido desde entonces.

Crónica de la captura de "El Chapo", líder del cartel de Sinaloa

De acuerdo con The New York Times, en los primeros diez meses de 2016 se produjeron 17.063 casos de homicidios en México, una cantidad que supera a los doce meses de 2015 y que se equipara al record establecido en 2012.

Temen que El Chapo Guzmán vuelva a escapar de prisión

Esta cifra resume la sensación de inseguridad que inquieta a los mexicanos. Tan solo en el pasado septiembre ocurrieron 1976 casos de homicidio, el mes más mortífero de la historia desde mayo de 2012.

El Chapo participó de lleno en la sanguinaria guerra de la droga 

“Todos están preocupados por un regreso del pasado”, asegura al diario neoyorkino Carlos Nájera, un activista de Juárez.

Entre 59 naciones, México ocupó el segundo puesto con mayor índice de impunidad, según el

Índice Global de Impunidad (IGI), elaborado por la Universidad de las Américas Puebla (UdlaP) y el Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de Puebla (CCSJ).

El índice estimó una proporción promedio internacional de 17 jueces por cada 100,000 habitantes; México sólo cuenta con 4 por cada 100,000. Además, el 46% de la población detenida carece de una sentencia condenatoria.

A la vez, la mayoría de los delitos o no son reportados o permanecen irresueltos. La cifra de delitos sin denunciar o sin resolver en México ascendió a 93,7 por ciento en 2015, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI)

Diez años de guerra contra  el narco

Cuando en diciembre de 2006 el presidente Felipe Calderón, del Partido de Acción Nacional, anunció que iniciaba un operativo masivo contra el crimen organizado con la participación de miles de efectivos de la Policía Federal, los cuerpos de seguridad, el Ejército y hasta la Marina, no imaginaba que su plan durara tanto tiempo y que causara tanto derramamiento de sangre.

El balance de muertes resulta uno de los más escalofriantes de la escena mundial de esta última década. Algunos conocedores se aventuran a calcular en más de 150 mil la cifra de personas que habrían fallecido durante enfrentamientos entre grupos armados, ejecuciones fríamente preparadas o ajustes de cuenta. Además, se cuentan unos 30 mil desaparecidos.

Estos números también incluyen a periodistas, informadores, blogueros, activistas por los derechos humanos y gente común no vinculada al conflicto que se encontraba en el lugar equivocado y en el momento equivocado.

Los tentáculos del narcotráfico

2016 confirma que como reacción a la política de descabezamiento de los carteles organizados establecida por los gobiernos de Calderón y de Enrique Peña Nieto, la tendencia ha ido hacia la multiplicación de estos grupos que, como una tela de araña, se extienden por todo el territorio mexicano, unas veces pactando entre sí, otras veces combatiéndose hasta la aniquilación.

Según datos de la Procuraduría General de la República, hasta el momento en México operan 45 organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico.

Nueve de estas son consideradas como pesos pesados: Pacífico –o Sinaloa–, La Familia Michoacana, Carrillo Fuentes –o Tijuana–, Beltrán Leyva, Los Zetas, Golfo, Los Caballeros Templarios, Jalisco Nueva Generación y los Arellano Félix. Los otros 36 grupos más pequeños se supeditan y operan a la sombra de sus ‘hermanos mayores’.

"México –asegura el escritor Juan Villoro para BBC Mundo- se ha convertido en una gigantesca necrópolis".

Para el intelectual mexicano, como para muchos otros de sus compatriotas, la estrategia iniciada por Calderón y continuada por Peña Nieto, lejos de descabezar las organizaciones para luego aniquilarlas, ha provocado su atomización, la lucha entre facciones herederas y la creación de cientos de pequeñas bandas cada vez más crueles e inhumanas.

"El Estado ha perdido total soberanía –enfatiza Villoro-, la desigualdad social ha aumentado, el consumo de drogas no ha bajado. Entonces ha sido un fracaso total porque se ha entendido que para combatir el problema del narcotráfico la única solución es militar y a lo único que se ha llegado, a mí me parece, es a la comprobación de que toda bala es una bala perdida".

En el informe titulado “2016 International narcotics control strategy report”, el Departamento de Estado estadounidense recuerda que “Estados Unidos sigue siendo el principal destino de las drogas ilícitas que pasan por México”.

Por esta razón, los vecinos del norte son también los principales aliados de México en la lucha para detener este flagelo. De ahí que la Iniciativa de Mérida sea un componente importante en estos esfuerzos conjuntos.

Desde 2008, Estados Unidos les ha entregado a las autoridades mexicanas cerca de 1.500 millones de dólares a través de labores de capacitación, equipamientos y asistencia técnica para fortalecer a sus instituciones judiciales y de seguridad. Los sistemas de justicia de ambos países cooperan en investigaciones contra estas organizaciones criminales transnacionales.

Este trabajo colectivo ha llevado a la captura, enjuiciamiento y extradición de no pocos de los líderes de estos grupos.

2016 ha sido también el año en que el presupuesto para seguridad pública y seguridad nacional de México aumentó en un 3.6%, hasta llegar a la cifra de 15.4 mil millones de dólares.

Esta financiación estaría enfocada en el combate del crimen organizado, la ampliación de los programas de prevención del delito, la mejora de la coordinación interinstitucional, la consolidación de las fuerzas policiales, el apoyo a las reformas de la justicia y el fomento de la participación ciudadana en el control del delito.

Productor y proveedor de drogas

Como México es, además, un importante productor de heroína, marihuana y metanfetamina con destino a Estados Unidos, en 2014 el gobierno erradicó 21.425 hectáreas de adormidera, lo que supone un aumento significativo con respecto a las 14.419 eliminadas en 2013.

En ese mismo año también se erradicaron 5.679 hectáreas de cannabis en 2014, mientras que un año antes la cifra fue de 5.096 hectáreas. Estas operaciones se inscriben en un plan de reducción de la oferta hacia su vecino del norte.

México coopera con Estados Unidos en la reducción de la oferta. Los corredores marítimos y terrestres a través de su territorio y del resto de Centroamérica siguen siendo las rutas de tránsito más importantes para la cocaína de América del Sur.

Y como este sigue siendo el principal destino de la heroína, la metanfetamina y la marihuana en el hemisferio, las rutas de tráfico se han diversificado para adaptarse a los mercados de todo el mundo.

A un mes de la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, muchas son las interrogantes, toda vez que el presidente electo no ha definido por el momento cómo contribuirá al desarrollo de la cooperación con México en el combate contra el narcotráfico, más allá de su plan de erigir un extenso y hermético muro a lo largo de la frontera.

Una desconexión entre ambas partes y el retiro por parte de EEUU de los fondos hasta ahora asignados, daría paso el peor de los escenarios posibles en la región.

“Que Estados Unidos quiera protegerse como una fortaleza podría convertirse, de manera muy rápida, en una acción insuficiente”, asegura Alejandro Hope, un experto mexicano de seguridad.

Una década sangrienta

La última década ha estado marcada por la violencia extrema, tanto entre carteles rivales, como hacia las instituciones del gobierno, la policía y el ejército mexicano. Las organizaciones han pasado a ser mucho más agresivas, e incluso invasivas hacia zonas civiles que antes quedaban lejos del conflicto.

A la receta inicial de tráfico de drogas y licores, y lavado de dinero, ahora hay que agregarle la extorsión, el secuestro, el contrabando de armas, el trabajo forzoso y la prostitución.

En los anales policiales de esta última década destaca la muerte de Arturo Beltrán Leyva, uno de los líderes del Cartel de los Beltrán Leyva, en diciembre de 2009; la eliminación en julio de 2010 de Ignacio Nacho Coronel Villarreal, uno de los jefes máximos del Cártel de Sinaloa, y de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillen, alias Tony Tormenta, uno de los barones del Cartel del Golfo.

En 2012 moría el líder de los Zetas, Heriberto Lazcano, y Manuel Torres Félix, uno de los altos mandos en la cúpula del cartel de Sinaloa. Al año siguiente, un hombre disfrazado de payaso mató a Francisco Rafael Arellano Félix, líder del Cartel de Tijuana.

Uno de los momentos más importantes de esta campaña tuvo lugar el 30 de agosto de 2010, cuando fue arrestado Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie, nacido en Estados Unidos, uno de los sicarios más despiadados al servicio del narcotráfico entre ambos países. A finales de 2015, La Barbie fue extraditado a Estados Unidos.

Antes de la recaptura de El Chapo Guzmán en enero de este año, se había producido en septiembre de 2012 la detención del líder del cártel del Golfo,  Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss; su reemplazante, Mario Armando Ramírez Treviño, fue arrestado al año siguiente.

Igualmente en 2013 se producía en Nuevo Laredo la detención de Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40, líder del cártel de Los Zetas tras la muerte de Heriberto Lazcano. A este capo se le adjudican las matanzas de 265 inmigrantes en San Fernando, Tamaulipas, en 2011 y 2012.

En 2014, era capturado Héctor Beltrán Leyva, capo del grupo que lleva su apellido, y al año siguiente el presidente mexicano Enrique Peña Nieto anunciaba la detención de Servando Gómez, alias La Tuta, líder de Los Caballeros Templarios.

Balance nefasto

De cualquier manera, más allá del constante descabezamiento de estos grupos criminales, el balance en vidas humanas resulta desastroso.

En 2011, 177 cadáveres de migrantes fueron descubiertos en una fosa común, nuevamente en Tamaulipas. En 2012, los torsos sin cabezas ni extremidades de otros 49 inmigrantes aparecían en Nuevo León.

Pero el caso más mediático se producía en septiembre de 2014, cuando policías vinculados al cartel Guerreros Unidos, con la complicidad de autoridades locales, hicieron desaparecer hasta el momento a 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.

Desde entonces, el caso ha quedado como el ejemplo más fuerte de la una crisis política en México y una situación inseguridad que ha llamado la atención de gobiernos y organizaciones humanitarias a lo largo de todo el planeta.

“Ninguno de nosotros calculó la dimensión de lo que iba a alcanzar -concluye Villoro para BBC Mundo-, el baño de sangre en el que nos íbamos a meter”.