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El futuro de los “Dreamers” una prueba de fuego para Trump

Trump afronta presiones de grupos ultraconservadores que esperan acciones contundentes contra los inmigrantes.

WASHINGTON.- Endeudado con grupos  ntiinmigrantes que lo catapultaron a la presidencia, Donald Trump afrontará el próximo año su primera gran prueba de fuego sobre el futuro de los “Dreamers”, mientras grupos proinmigrantes también se alistan para una batalla prolongada.

Así como el presidente Barack Obama recibió presiones de grupos progresistas para que cumpliera su promesa electoral de 2008 de una reforma migratoria integral, ahora Trump afronta presiones de grupos ultraconservadores que esperan acciones contundentes contra los inmigrantes.

Grupos que toda la vida han hecho carrera exigiendo “mano dura” contra la inmigración ilegal, y reducciones en la inmigración legal, han dejado en claro que Trump debe cumplir, sin excusas, su promesa electoral de combatir a la población indocumentada. Cualquier otra cosa, aseguraron, sería una “traición”.

Según el diario “The Hill”, activistas de grupos conservadores como la Federación para una Reforma Migratoria Estadounidense (FAIR), NumbersUSA, y el Centro para Estudios de Inmigración (CIS), han dicho que le pasarán la factura a Trump, quien ganó la presidencia con una retórica incendiaria contra los inmigrantes.

Los estadounidenses han perdido a seres queridos a manos de inmigrantes criminales, y se han quedado sin empleos por el “desplazamiento” hacia la mano de obra inmigrante, y Trump debe cumplir sus promesas, dijo al diario Dan Stein, presidente de FAIR.

Convencidos de que la Administración Obama ha sido “suave” con la población indocumentada –pese a su cifra récord de deportaciones, estos activistas ahora presionan a Trump para que ponga al frente del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) a alguien que comulgue con sus ideas de una reforma migratoria, que son diametralmente opuestas a las incluidas en la que aprobó el Senado en 2013.

Para CIS y FAIR, ese hombre no es el legislador republicano por Texas, Michael McCaul, quien tiene vínculos con el “establishment” republicano y, a su juicio, no es lo suficientemente fuerte contra la inmigración ilegal y la política de “fronteras abiertas” que supuestamente apoyan los grupos proinmigrantes.

Pero McCaul, en la lista corta como posible secretario de Seguridad Nacional,  tiene un historial de oponerse a medidas que huelan a “amnistía” y a las llamadas “ciudades santuario”.

Durante la contienda, Trump mantuvo un mensaje populista y nacionalista que apeló a los grupos radicales de la clase trabajadora blanca.

Sin embargo, tras los comicios del pasado 8 de noviembre, ha comenzado a recalibrar sus posturas, sugiriendo ahora que el muro sólo se podrá en construir en partes de la frontera sur, que deportará primero a hasta tres millones de indocumentados “criminales”, y que luego estudiará qué hacer con el resto.

Tampoco ha sido claro respecto al futuro de los 750,000 “Dreamers” amparados al programa de “acción diferida”  (DACA) de 2012, aunque durante la contienda prometió eliminarlo.

Varios escenarios

Entre varios escenarios posibles, la expectativa es que la Administración Trump aumente las medidas policiales contra la población indocumentada mediante redadas en los sitios de trabajo, sanciones a las empresas, una mayor vigilancia en la frontera sur, y un aumento en los arrestos y deportaciones.

Pero el rumbo de la política migratoria es impredecible, y Trump sigue enviando señales mixtas.

Presiones del otro lado

Reunidos hoy en un amplio salón de un hotel en Washington, decenas de activistas de todo EEUU, miembros de una coalición proinmigrante, comenzaron a elaborar estrategias en múltiples capas para “resistir, organizar, y empoderar” a la comunidad inmigrante.

“Los sectores más extremistas y racistas ven una oportunidad de oro, ya han colocado su agenda y están colocando aliados en el equipo de Donald Trump. Nosotros daremos la lucha a nivel local, estatal y nacional“, aseguró Gustavo Torres, director ejecutivo de CASA de Maryland.

“Nuestra lucha consistirá en resistir y en promover medidas que empoderen a nuestra comunidad”, agregó.

Angélica Salas, de la organización angelina CHIRLA, dijo que entre las posibles medidas de resistencia están las marchas, protestas, peticiones en internet, y hasta paros nacionales.

Por su parte, Petra Falcón, directora ejecutiva de “Promise Arizona”,  dijo que la comunidad inmigrante mantendrá la presión sobre el Congreso y, simultáneamente, sobre el Ejecutivo.

“Esta lucha apenas comienza, y la llevaremos donde haya que llevarla”, afirmó.

Estos activistas, agrupados bajo el Movimiento por una Reforma Migratoria Justa (FIRM), han encontrado apoyo incluso entre algunos legisladores republicanos, como los senadores Jeff Flake, de Arizona, y Lindsey Graham, de Carolina del Norte.

Recientemente, más de 500 presidentes de universidades pidieron en una carta que Trump deje intacto el “DACA” de 2012, por el bien de la economía y como “imperativo moral”.

Trump ganó la presidencia por múltiples factores, incluyendo la movilización de grupos “nacionalistas”; medidas estatales que suprimieron el voto de las minorías; una baja tasa de participación en las urnas; el rechazo a Hillary Clinton; la marginación de un sector de la clase trabajadora, y el repudio contra el “establishment” político en Washington.

Pero Falcón y los demás activistas proinmigrantes le recordaron hoy su promesa de “ser presidente para todos los estadounidenses”, no solo para los grupos antiinmigrantes.