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La idea de que Clinton gane Texas alarma a los republicanos 

Ningún candidato demócrata ha ganado ese estado en 40 años, pero existen señales que pudiera írsele de las manos al republicano Donald Trump

-Posibilidad de que Hillary Clinton gane en Texas alarma a los republicanos

-Ningún candidato demócrata ganó en el estado en más de 40 años

-Ante la idea de perder, Trump se está enfocando en Utah y en Arizona

HOUSTON (AP) — No es una sorpresa que Hillary Clinton no haya apostado mucho por Texas, un estado donde no ha ganado un candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos en 40 años. Lo sorprendente es el susto que está dando a los republicanos de todos modos.

Los crecientes rumores sobre que Donald Trump pueda de verdad perder en Texas se han convertido en otra señal de alarma para la campaña del magnate, que ya lucha por conservar Utah y Arizona, otros dos estados seguros para los republicanos.

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Clinton ha invertido millones de dólares en anuncios de televisión en Arizona; el compañero de fórmula de Trump, el gobernador de Indiana Mike Pence, hizo campaña esta semana en Salt Lake City. Estos indicios de una carrera ajustada son más fáciles de distinguir en Texas, pero la ventaja republicana se ha ido estrechando en los sondeos, creando nerviosismo entre los republicanos mientras las cifras de voto anticipado alcanzan niveles récord.

El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, no tardó en señalar a lo evidente en un pequeño mitin en Houston hace unos días.

"Hillary Clinton está poniendo a prueba a Texas", dijo Abbott, antes de pasar 10 minutos motivando a los votantes sin mencionar ni una sola vez el nombre de Trump.

Ningún demócrata ha ganado en Texas en unas elecciones presidenciales desde Jimmy Carter en 1976, y los candidatos demócratas perdieron por un margen de dos dígitos las últimas cuatro veces. Barack Obama perdió allí por 12 puntos porcentuales en 2008 y por 16 en 2012.

Sin embargo, los problemas de Trump y el descontento de los republicanos han hecho que los sufridos demócratas de Texas se atrevan a soñar lo que parecía inimaginable hace apenas unos meses. Los 38 votos electorales de Texas son imprescindibles para un candidato republicano en cualquier año electoral, y mucho más para Trump, que ha visto cómo se reducen sus posibilidades y necesita ganar en Florida, mientras que Clinton puede imponerse sin ese estado.

"Creo que la carrera es competitiva", dijo el consultor republicano Brenan Steinhauser, con sede en Austin y que dirigió la última campaña a la reelección del senador de Texas John Cornyn. "Los texanos rurales apoyan a Trump. Pero los suburbios pueden ser un problema enorme para él".

Tanto si Clinton tiene una posibilidad real como si no, desde luego el entusiasmo es considerable.

Los condados más grandes registraron un aumento del 49% en la participación durante los dos primeros días de votación anticipada, en comparación con 2012.

Pero había pocos indicios de que Trump hubiera adoptado una actitud lo bastante defensiva en Texas como para gastar mucho tiempo o dinero en proteger ese bastión republicano. Tampoco Clinton está apostando su estrategia a dar la sorpresa.

La ex secretaria de Estado causó un revuelo este mes en Texas al comprar espacio para anuncios, algo que Obama nunca se molestó en hacer en ese estado tan cerca de las elecciones. Pero los reportes federales indican que sólo se emitieron un puñado de avisos en Houston y Dallas, donde saturar las ondas costaría millones de dólares. Entre tanto, ha gastado dos millones de dólares en publicidad de televisión en Arizona y enviado a la primera dama, Michelle Obama, a hacer campaña allí.

"Lo vemos todo con atención", comentó Manny Garcia, subdirector ejecutivo del Partido Demócrata de Texas. "Sabemos lo difícil que es cambiar este estado". García dijo comprender el entusiasmo de los demócratas en su esperanza porque Texas cambie de bando, algo que conmocionaría la esfera política. "Cuando vean ese momento en Texas", dijo, "se ha acabado el juego a nivel nacional".

Los rumores sobre que Texas podría estar en juego llegan apenas dos años después de que Abbott y una serie de duros candidatos del tea party humillaran a los demócratas en carreras de todo el estado. Una de esas demócratas era Wendy Davis, que perdió su pugna por 20 puntos la carrera al puesto de gobernador pese a una campaña de financiamiento y una campaña codirigida por los estrategas de la reelección de Obama.

Stacey Mendoza, un ama de casa de 50 años en Katy, un suburbio de Houston, se marchó del mitin de Abbott sin preocuparse por los demócratas que creen que esta vez tienen una oportunidad. Pero mientras cargaba un nuevo cartel de Trump que colocar ante su casa, comentó que los republicanos deberían contraatacar en Texas, aunque ningún demócrata haya ganado un cargo a nivel estatal desde 1994.

"He oído que algunas personas no quieren poner carteles de Trump en sus jardines", dijo. "No tengo miedo".

"También rezo por ello, soy una creyente", comentó.

En el otro extremo de Houston, James Smith se fue de un punto de votación anticipada en un supermercado creyendo que Clinton puede vender en Texas.

"Le demostrará a todo el mundo que puede ocurrir cualquier cosa", afirmó.