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Sube el precio de la insulina, crucial para el control del azúcar en diabéticos

El precio del sumnistro mensual ha subido desde 45 dólares a más de mil en poco más de un década. Los hispanos están entre los más afectados.

Imaginemos un país como Chile o Kazajistán en el que todos sus habitantes padezcan de diabetes, en el que no pocos vean sus pies amputados por esta causa, mientras que otros arrastran padecimientos cardíacos, sufren de problemas renales o pierden la vista triste y paulatinamente.

Desesperanzador, ¿no? Porque en Estados Unidos, nada menos que 29 millones de personas padecen de esta silenciosa enfermedad, a lo que, para colmo, ahora hay que agregarle el alto costo de la insulina que salva sus vidas.


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Una verdadera crisis de salud está teniendo lugar en nuestro país debido a ese aumento masivo de los precios de insulina. Hace apenas unos meses, un estudio revelaba que en una década el precio de este medicamento se había triplicado.

Los hispanos están entre los más afectados, ya que la diabetes afecta al 16,9% de este grupo, según los Centro de Control de Enfermedades (CDC). Además, los hispanos tienen un 51% de posibilidades más de morir a causa de complicaciones derivadas de la enfermedad crónica.

En cifras puntuales, se reveló que durante el periodo estudiado, -2002 a 2013- los costos aumentaron de 231 dólares al año y por paciente, a 736 dólares, de acuerdo con una nota publicada por HealthDay News, sobre la investigación fue llevada a cabo por especialistas de la Universidad de Melbourne, en Australia, junto a colegas de la Universidad de Michigan, quienes recolectaron información sobre casi 28,000 pacientes con una edad promedio de 60 años.

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Para empeorar las cosas, entre 2011 y 2013 el precio al por mayor de la insulina aumentó hasta en un 62%, según el Dr. Mayer Davidson, profesor de medicina en la Universidad Charles R. Drew de Medicina y Ciencia en Los Ángeles.

“Esto raya en lo increíble”, declaró Davidson, y evocó los tiempos, en 2001, en que la insulina concentrada costaba 45 dólares al por mayor, mientras que en 2015 esa misma cantidad para un suministro mensual ostentaba el alarmante precio de 1.447 dólares.

Más pacientes

Ya en abril, Philip Clarke, profesor en la Escuela de Población y Salud Global y en el Centro de Políticas de Salud de Melbourne había puntualizado que uno de los factores de peso para este enorme incremento se debe a que cada vez se emplean más nuevos tipos de este medicamento, conocidos como insulina análoga.

“Aunque estos pueden ser mejores para algunos pacientes –puntualiza Clarke-, son mucho más costosos que la insulina humana que está sustituyendo”.

Por otra parte, actualmente los médicos serían más propensos a recetar insulina a las personas con diabetes tipo 2, lo que incrementa de golpe el número de la población necesitada, que ya era numerosa tan solo con aquellos que padecen la diabetes tipo 1.

Tan solo en Montana, según estadísticas estatales y de la Asociación Americana de la Diabetes, de 65.000 a 70.000 personas han sido diagnosticadas, y se cree que cerca de otras 26.000 la padecen, aunque no han sido declaradas diabéticas oficialmente.


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El complejo proceso de fijar el precio

El establecimiento del precio de la insulina, como el de otros medicamentos, depende de los fabricantes, de las compañías de seguros y de la administración de beneficios farmacéuticos, esos intermediarios que negocian los precios que pagan las aseguradoras.

“Tanto la empresa farmacéutica, como los administradores de beneficios farmacéuticos han elevado los costos”, expresó el Dr. Irl Hirsch, profesor en el Departamento de Metabolismo, Endocrinología y Nutrición de la Universidad de Washington, en Seattle, además de ex editor en jefe de la revista Clinical Diabetes.

“No sabemos lo que los administradores de beneficio farmacéuticos le están pagando por la insulina a la compañía farmacéutica. Se trata de acuerdos a puerta cerrada les puedes llamar rebajas, comisiones ilegales o sobornos, pero lo cierto es que son acuerdos secretos de los que no tenemos ningún detalle”, agregó.

Dr. Ravi Retnakaran
TORONTO, ON - JANUARY 29: Dr. Ravi Retnakaran of Mount Sinai Hospital poses with a vile of insulin at the hospital's research facility, January 29, 2013. Mount Sinai is launching a clinical study aimed at putting type II diabetes into remission with pre-emptive insulin therapy. Research shows this method of therapy could reduce the number of Canadians suffering from the disease. ANDREW FRANCIS WALLACE/TORONTO STAR (Andrew Francis Wallace/Toronto Star via Getty Images)Toronto Star via Getty Images / Toronto Star via Getty Images

Piden investigación

Asociaciones de comercio farmacéutico les han estado insistiendo a los comités del Congreso y a los reguladores estatales para que investiguen las prácticas de establecimiento de precios por parte de los administradores de beneficios.

Pero nadie se pone de acuerdo. Casi todos los implicados culpan de estos precios ascendentes a la ausencia de regulación hacia los administradores de beneficios farmacéuticos.

“Uno puede no ser capaz de demostrar qué hay detrás de estos movimientos de precios, pero recuerde que esto no es un problema en Canadá o en Europa, donde los gobiernos evitan que los fabricantes de medicamentos se desboquen –apunta Susan Pierce--. Esto nada más ocurre en Estados Unidos”.

¿Quién es el principal responsable?

Los intermediarios culpan a los fabricantes.

Según Jennifer Leone Luddy, portavoz de Express Scripts, el administrador de beneficios más grande del país, “los fabricantes de medicamentos siguen aumentando los precios significativamente cada año, y no hay insulina genérica disponible en el mercado”, tras lo cual añadió que la misión de su compañía es “mantener la prescripción de medicamentos asequibles y accesibles”.

Y las farmacéuticas hacen lo mismo.

“Nosotros no establecemos el precio final que un paciente paga para nuestros medicamentos. Son los mayoristas y las farmacias los responsables del precio del producto al por menor”, declaró Julie Williams Herrick, gerente de comunicación de Eli Lilly, una compañía radicada en Indianápolis, que, junto a la danesa Novo Nordisk y a la francesa Sanofi, controla casi todo el suministro mundial de insulina.

Entre estas tres empresas se estaría hablando de 12 mil millones a 14 mil millones en beneficios anuales por la venta de insulina, según cifras recogidas por organismos de control de la industria.

“La compañía aseguradora del paciente, su tipo de plan y la farmacia escogida por este juegan un papel importante en el precio final”, insistió Herrick.

“Los cambios en el sistema de salud de Estados Unidos son el principal impulsor de incremento del coste de la insulina para los consumidores. Con la adopción de los planes de financiación de los gastos, como los planes de salud con deducibles altos, los costos directos están cambiando para las personas que necesitan tratamientos”, concluyó, refiriéndose a la reforma de salud conocida como Obamacare.

“El gobierno va a tener que involucrarse o esto se va a poner feo”, consideró el Dr. Hirsch, a quien se le diagnosticó la diabetes a los 6 años, y a cuyo hermano menor se le declaró a los 15.

La dramática situación del incremento de los precios de la insulina es constatable especialmente en aquellas personas con ingresos bajos, “que a menudo se ven obligados a omitir una dosis o a ingerir una cantidad menor porque no tienen cómo pagarlo”, de acuerdo con el Dr. Robert Gabbay, director médico del Joslin Diabetes Center en Boston.

“Es un gran problema para las personas con diabetes tipo 2, pero es aún peor para los pacientes con el tipo 1 –puntualizó-. Literalmente no pueden vivir sin ella”.

La confesión de la Dra. Claresa Levetan, jefa de endocrinología en el Chestnut Hill Hospital, de Filadelfia, es impactante: "Tengo pacientes que me dicen que tienen que tomar una decisión entre los alimentos y la insulina, o el alquiler y la insulina”.