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Falta de apoyo a Trump muestra división de republicanos

Trump se niega a cumplir exigencias del presidente de la Cámara de Representantes quien dijo que no estaba listo para apoyar al magnate

La negativa del Presidente de la Cámara baja, Paul Ryan, a dar su apoyo a Donald Trump, el presunto candidato a la presidencia, es un síntoma más de las profundas divisiones que existen al interior del partido republicano y lo cuesta arriba que será para Trump dar la batalla en la elección presidencial.

“No estoy listo en este momento”, señaló Ryan en una entrevista con CNN cuando se le preguntó si apoyaría a Trump. “Se requiere que unamos al partido y esto tiene que venir del presunto nominado”.

La respuesta de Trump no se hizo esperar. Cuando el mundo político no terminaba de digerir lo dicho por Ryan, el empresario de bienes y raíces, celebridad y hoy casi candidato presidencial, hizo lo que siempre ha hecho: tomar control de la discusión pública. En este caso dejando claro que no puede “apoyar la agenda del “Speaker” (el término en inglés por Presidente de la Cámara baja) Ryan”.

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Por esto de “agenda”, Trump se refiere a lo que había dicho Ryan de que pudiera en un futuro apoyarlo si Trump modificaba algunas de las posiciones o cosas que ha dicho en la primaria. Cosas que a juicio de Ryan no reflejan los ideales y postulados del partido de Abraham Lincoln, Ronald Reagan y otras grandes figuras históricas republicanas.

“Quizá en el futuro podamos trabajar juntos y llegar a un acuerdo sobre que es lo mejor para el pueblo estadounidense”, agregó Trump en su respuesta a Ryan. “Ellos (el pueblo) han sido tratados tan mal por largo tiempo que es hoy hora de que los políticos los pongan a ellos primero”.

No sorprende esta respuesta de Trump. Es precisamente con esas pronunciamientos o propuestas que está donde está. Cosas como lo del muro en la frontera, lo de que deportará a los indocumentados, lo de que no permitirá que ingresen musulmanes al país, las ofensas a las mujeres, etc. por más ofensivas y radicales que suenen a muchos, son las que en gran medida han generado el entusiasmo y seguimiento de esas bases republicanas que lo han convertido en su líder y presunto candidato presidencial.

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La otra parte de la respuesta de Trump a Ryan, la que habla de “los políticos” es igualmente entendible en el contexto de lo que ha sido su campaña política: estar en contra del llamado “establishment” republicano. De atacar a los líderes como Ryan que a juicio de Trump se han alejado y no representan hoy los intereses de esas bases republicanas.

Con todo, más allá de la respuesta directa y sin concesiones de Trump, no puede perderse de vista el significado de lo dicho por Ryan de no apoyarlo. Aun cuando hay varios otros líderes republicanos presentes y pasados que se han distanciado del presunto candidato, o al menos guardado silencio sobre su inminente candidatura, lo de Ryan cae en otra categoría. 

Es no sólo que el congresista de Wisconsin es el número uno en la Cámara baja sino que además llegó precisamente a ese puesto bajo la idea de que uniría al partido. Pocos dirigentes republicanos gozan en este momento del prestigio e influencia que tiene Ryan -no sólo como líder del Congreso sino por su estatura intelectual.

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El negarle el apoyo a quien con toda seguridad será el candidato de su partido, es por otro lado inusual por decir lo menos, viniendo de uno de los líderes del Congreso. Normalmente cuando se sabe quien será el candidato, el partido todo, comenzando con las grandes figuras a nivel nacional, cierra filas alrededor del aspirante presidencial. 

Y es que no hacerlo suena a tirarse a un precipicio político -no para Ryan sino para la campaña presidencial-.  Cómo no apoyar a quien llevará la bandera partidaria en la próxima elección en busca de la Casa Blanca. El mensaje que se envía es que las vacas sagradas del partido no están en la misma página con el candidato. Que cada quien vote como le parezca, por fin si ni los líderes partidarios están con el candidato, el votante de a pie esta libre para hacer lo que quiera.

La disputa entre Ryan y Trump pone al descubierto una división interna de los republicanos que se manifestó en la primaria pero que hoy adquiere una dimensión mucho más grave. Una cosa es estar peleados o al menos divididos en la primaria y otra muy distinta llegar así a la campaña de elección general. 

Ya de entrada Trump tiene serias desventajas con Hillary Clinton, quien de seguro será la contendiente demócrata. No sólo Trump va atrás en las encuestas contra Clinton sino que además no tiene armada la enorme infraestructura organizativa, financiera y política que se requiere para hacer una campaña presidencial moderna (cientos de millones de dólares, personal a nivel nacional, centros de datos, etc.). En suma: Trump no puede darse el lujo de no tener a alguien como Ryan -y todo lo que este representa- en su esquina.

Cuesta pensar como Ryan y Trump puedan cruzar ese puente que hoy los separa. Es un imposible para Trump y un imposible para Ryan. El presunto candidato no puede traicionar a los que votaron por él y el líder del Congreso no puede apoyar a alguien que a su juicio traiciona esos ideales de Lincoln, Reagan y demás figuras del santoral republicano. Un panorama nada agradable para los republicanos de cara la elección presidencial de noviembre.