Nueva York, NY - El retiro de John Kasich de la candidatura republicana a la presidencia no es una sorpresa, considerando que su rival Donald Trump sigue ganando primarias y después que el presidente del partido coronó el martes a Trump como el “problable nominado”.
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La salida de Kasich, además, era algo casi inevitable luego de que Ted Cruz, el otro aspirante que seguía en la contienda dando la batalla a Trump, decidió suspender su campaña precisamente por la derrota que sufrió en Indiana.
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La salida de Kasich es la consecuencia lógica de haber ganado sólo una primaria y de estar muy atrás en el número de delegado; atrás, incluso, de Marco Rubio quien dejó la campaña el pasado mes de marzo.
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La razón por la cual Kasich, gobernador de Ohio, no se había retirado tenía que ver con que confiaba en que nadie obtuviera antes de la convención republicana el llamado número mágico de delegados -1,237-. Si esto sucediera, tanto Kasich como cualquiera de los otros aspirantes republicanos podía haber sido elegido candidato por los delegados que asistirán a la convención.
Hoy se da una situación en la cual o bien es posible que Trump consiga los delegados necesarios para llegar blindado a la convención, o estará tan cerca que será muy difícil que se le niegue la candidatura. En cualquiera de los dos casos, lo de Kasich no tenía mayor sentido. En suma: por las matemáticas de los delegados y por la realidad política, a Kasich no le quedaba otra que tirar la toalla.
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La salida de Kasich sirve también para confirmar la crisis por la que pasa el partido republicano actualmente. Esas ideas y planteamientos moderados, o de centro derecha del gobernador de Ohio, nunca resonaron en la primaria republicana.
Gran parte de las bases del partido repblicano no quieren saber nada de políticos como Kasich que son vistos como parte del “establishment” o liderazgo de ese partido en Washington.
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Estas bases que votaron en la primaria tampoco estaban interesadas en escuchar propuestas que antes eran típicas del ideario republicano como estar a favor de los tratos de libre comercio, acercarse a las minorías, etc. Hoy, en cambio, lo que propone Trump tiene vigencia y aceptación popular.
Una de las grandes interrogantes alrededor de Kasich y gente como el, será la de si dan su apoyo a Trump. Más allá del llamado de unidad del presidente del partido, lo cierto es que hay en este momento una enorme convulsión interna entre los republicanos. El dilema que tienen frente así es casi un imposible: o apoyan a un Trump con el cual no están de acuerdo en muchas cosas, o se hacen indiferentes a su candidatura y garantizan una derrota en las elecciones generales en noviembre.