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Opinión: El debate republicano ofreció más frases que soluciones

Falta mucho terreno por recorrer antes de que se llegue al caucus de Iowa a inicios de febrero y habrán además varios otros debates

Lo que se suponía sería un circo, una competencia entre diez candidatos republicanos por ver quien decía las cosas más ridículas o extremistas para ganar la atención del público y sobresalir entre el grupo, se convirtió en una agradable sorpresa: un serio debate sobre algunos de los grandes problemas y soluciones conservadoras para el país.

De entrada hay que decir que no hubo un ganador o perdedor claro. Donald Trump llegó con la ventaja que iba adelante en las encuestas y es posible que siga ahí. Con todo, si una cosa quedó clara es que el multimillonario empresario de bienes y raíces basa su campaña en una serie de eslogans que son los que lo han catapultado al estrellato republicano. Pero más allá de ese estilo bombástico y de frases altisonantes que sorprenden, el debate dejó claro que Trump no tiene propuestas serias o solidas que presentar.

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El debate se inició precisamente con Trump, o al menos fue Trump el que tomó la primera oportunidad para ser una vez más el centro de atención. La pregunta fue si los candidatos se comprometían a apoyar al que saliera ganador de las primarias y al mismo tiempo no iniciar otra candidatura con un partido independiente. Todos a excepción de Trump dijeron que sí se comprometían. 

La respuesta de Trump no sorprendió puesto que él ya había insinuado antes que si no obtiene la nominación no descarta la posibilidad de lanzarse como un tercer candidato (Trump tiene todo el dinero del mundo para hacerlo de manera independiente). Con todo, en el contexto del debate republicano se vió mal. Como lo señaló una mujer republicana que asistía a uno de los “focus groups” de gente que seguía el debate, lo de Trump se vió como algo “divisorio”, como algo que si se concretara significará darle la elección en bandeja a los demócratas (ya que dividiría el voto conservador).

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Trump tendría más tarde otro encontronazo con uno de los moderadores, la estrella de Fox Megyn Kelly, quien le preguntó a Trump si no era cierto que había dicho cosas ofensivas sobre las mujeres y si con ello no le estaba abriendo la puerta a la acusación de los demócratas de que los republicanos están siempre “en guerra contra las mujeres”. Trump respondió medio en broma y en serio, aunque un tanto duro con la moderadora diciendo que así era él y que si no le gustaba pues que lo sentía. De nuevo, de seguro que Trump habrá ganado puntos con algunos de sus seguidores, pero sin duda que no se vió “presidenciable”. Y ni hablar, del daño que pudo haber hecho a su candidatura con las mujeres republicanas.

En el tema de inmigración, Trump se limitó a repetir el eslogan de que Estados Unidos está perdiendo “contra China, contra Japón, contra México", etc. Al menos no repitió los ataques a los inmigrantes mexicanos. Lo nuevo fue que uno de los moderadores demandó que presentara las pruebas de lo que ha dicho (de que por ejemplo el gobierno mexicano envía gente mala, violadores, etc. a Estados Unidos). Trump le dio vueltas al asunto y básicamente evadió la pregunta. 

Lo que llama la atención en este punto de inmigración es que el resto de candidatos básicamente guardaron silencio. Ese era el momento de lanzarse a la yugular de Trump y decir que el tipo estaba diciendo mentiras y que si no podía probar lo que había dicho lo decente era retirarlo. Bien sea por temor al enfrentamiento con Trump o porque piensan que mucho del electorado republicano comparte lo dicho por el magnate, el punto que nadie tocó el tema.

Después de Trump, tres son los candidatos que -al menos en el papel- tienen mejores posibilidades de ganar la nominación republicana. Los cuales están a la espera de un desliz de Trump o de que simplemente se desinfle su candidatura. En general, los tres salieron bien librados del debate, aunque con pequeñas pero quizás significativas diferencias.

El primero de estos tres candidatos es Jeb Bush, el ex gobernador de la Florida. Bush no cometió ningún error grave pero tampoco hizo nada extraordinario. Lo cuestionaron en cosas como educación y aborto y en ambos temas dijo lo correcto que tenia que decir. En lo del aborto de que es “pro vida” (es decir que está en contra del aborto) y en educación de que cree que son los estados los que tienen que poner los estándares para educar y evaluar a sus estudiantes. Y un detalle, en inmigración, Bush dijo que terminaría con las “ciudades santuario”, algo nuevo que de seguro le traerá problemas con los grupos pro inmigrantes.

No queda claro sin embargo, si esta “normalidad” en el desempeño de Bush será suficiente para ganar la candidatura. Lo suyo es un conservadurismo moderado que de alguna manera se pierde en el océano republicano de ideas muchas veces extremistas para mucho del país. Es como que si Bush, más allá del dinero y la infraestructura u organización que ha armado en diferentes estados, no tiene muchas razones más para ganar la candidatura. Un debate correcto, pero apagado.

Lo mismo puede decirse de Scott Walker, el gobernador de Wisconsin. Más conservador que 

Bush, pero con la misma sobriedad o calma muchas veces lindando en el aburrimiento. Un tipo ordinario si se quiere -como el mismo parece definirse- que basa su candidatura en que le ha dado de palos a los sindicatos del estado en su natal Wisconsin. En el tema del aborto el gobernador es tan conservador que hasta en algún momento sugirió que era más importante salvar al no nacido que a la madre.

El tercero de estos candidatos con supuestas posibilidades es el senador Marco Rubio, quien quizá fue el que salió mejor librado del debate. La juventud y algo muy de su personalidad hace que Rubio se vea siempre como ese estadounidense que le lanza hurras a Estados Unidos. Es un tipo ordinario como Walker y un tanto serio en sus propuestas como Bush, pero con algo más. Con una chispa mitad optimismo y mitad esperanza por el futuro. Si Rubio logra sobrevivir políticamente los brutales meses que quedan de la campaña, sin duda que tendrá buenas oportunidades cuando se comience a votar. Lo que necesita es que lo conozca más gente.

Una intervención que le ganó aplausos fue cuando habló de que a diferencia de Hillary Clinton (varios candidatos la mencionaron para atacarla) él sí conoce lo que es vivir “cheque de pago a cheque de pago” y que él también recién hace unos pocos años terminó de pagar lo que debía de los préstamos para ir a la universidad. 

Del resto de candidatos habría que destacar como que sobresalió un tanto, al que entro de ultimo al debate, el gobernador de Ohio John Kasich. Es un tipo moderado -quizá demasiado centrista para los republicanos actuales- pero que sabe gobernar y que tiene mucha experiencia como legislador (fue congresista y senador). Kasich se ganó los aplausos cuando dijo que respetaría lo que hiciera su hija (le habían preguntado si la aceptaría si fuese ‘gay’). Kasich es conservador en este tema pero le fue reconocida su sinceridad en la respuesta. El problema con el gobernador es que poca gente lo conoce y que ya es un poco tarde en la campaña para conseguir donantes y armar la estructura organizativa en los estados donde habrán las primeras primarias y caucus.

Falta mucho terreno por recorrer antes de que se llegue al caucus de Iowa a inicios de febrero y habrán además varios otros debates. Con seguridad unos subirán y otros bajarán en las encuestas. Lo que ha mostrado este primer debate sin embargo, es que ante preguntas serias de los moderadores los candidatos en general dieron respuestas a la altura. Más allá de su conservadurismo está claro que hay ahora un grupo de políticos profesionales -y un empresario metido a político- entre los cuales el partido republicano podrá escoger a un buen candidato para dar la batalla a Hillary Clinton o quien sea de los demócratas.