IE 11 is not supported. For an optimal experience visit our site on another browser.

¿Ha muerto la Reforma Migratoria con la derrota de Cantor?

La sorpresiva y para muchos increíble derrota sufrida por el congresista republicano de Virginia Eric Cantor en la primaria del martes ha caído como un mazazo en los esfuerzos porque se apruebe la reforma migratoria

Por Carlos Rajo

La sorpresiva y para muchos increíble derrota sufrida por el congresista republicano de Virginia Eric Cantor en la primaria del martes ha caído como un mazazo en los esfuerzos porque se apruebe la reforma migratoria.

Cantor, quien es actualmente el número dos en el liderazgo republicano en la Cámara baja, fue acusado por su rival en la primaria de estar en favor de la “amnistía” a los indocumentados. Y aun cuando esto no es cierto, es claro por los resultados de la elección que los votantes republicanos del Distrito VII de Virginia creyeron la acusación contra Cantor.

La lección entonces que ha sacado el resto de congresistas republicanos de la derrota de Cantor es que apoyar el tema de la reforma migratoria es algo explosivo. Que si lo hacen, sus votantes -en particular en distritos de mayoría de gente blanca y mayor- los castigarán. Que eventualmente los echarán del Congreso.

Las palabras se quedan cortas para describir lo sucedido en la elección primaria del martes donde perdió Cantor. El tipo era una de las estrellas del partido republicano y se suponía que sería el sucesor del actual Presidente de la Cámara baja -el ‘Speaker’- John Boehner. Que todo era cuestión de tiempo nada mas para que Cantor ascendiera a lo más alto del liderazgo republicano. 

Cantor, además, fue en algún momento una de las estrellas del llamado “Tea Party", ese grupo relativamente nuevo dentro del partido que en los últimos años ha dominado mucha de la dinámica interna de los republicanos y que ha hecho que el partido se mueva aun más hacia posiciones duras o de derecha. Una de estas posiciones, su rechazo a la reforma migratoria.

El resultado de la primaria deja claro por supuesto que Cantor no es más el niño bonito del Tea Party. Fue derrotado por un candidato literalmente desconocido -Dave Brat, un profesor universitario que nunca ha tenido ningún cargo en política- y quien gastó en la campaña apenas un par de cientos de miles de dólares en comparación a los cinco millones que gastó Cantor. Quienes hicieron la diferencia en la elección fueron entonces los votantes de a pie, los convencidos que se molestan de votar en las primarias, en este caso, muchos de ellos del Tea Party.

La ironía de todo esto es que Cantor no ha sido ni mucho menos un campeón o algo por el estilo en lo de la reforma migratoria. A lo más que llegó el todavía congresista de Virginia ha sido a dejar un puerta abierta -o quizá apenas una rendija- a la posibilidad de que la Cámara baja podría en los próximos meses discutir y votar sobre particulares piezas de legislación del tema migratorio. Es decir, no de votar sobre la reforma migratoria toda como fue aprobada el año pasado en el Senado, sino de leyes que tocan algún aspecto del tema (ej.: darles la residencia permanente a los jóvenes ‘soñadores’ o cómo apretar las regulaciones para hacer más difícil a los indocumentados conseguir trabajo).

Obviamente para el Tea Party y esa base republicana dura -de nuevo, muchos de ellos gente blanca y de mayor edad- estas posiciones medio blandas de Cantor eran inaceptables. Y Cantor tenía estas posiciones por la razón de que en su calidad de miembro del liderazgo del partido se daba cuenta de la posición republicana a nivel nacional: de que cada vez se alejan más de las minorías, en este caso de los latinos, y de que no podrán ganar otra elección presidencial si no cambian estas posiciones.

Esta es entonces la gran interrogante que hoy se abre para los políticos republicanos ¿Hay que seguir al pie de la letra los dictados del Tea Party, entre ellos la oposición a la reforma migratoria?, o se corre el riesgo de ser castigado con el exilio político en Siberia (Cantor, la verdad, no ha sido ‘exiliado’ sino muerto políticamente) ¿O será que hay una alternativa o término medio?

Un ejemplo de esta otra vía es el caso del Senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, quien igualmente sufrió una embestida del Tea Party por según ellos, no ser suficientemente conservador. Graham apoyó en su momento la reforma migratoria y en teoría debería de haber sufrido la misma suerte de Cantor. Cada estado es diferente por supuesto y las condiciones de cada elección únicas, con todo, lo de Graham no puede ignorarse. 

El senador apoyó la reforma migratoria porque ve que el partido necesita acercarse a los latinos, porque sabe que muchos de los grandes empresarios que dan dinero a los republicanos también la apoyan -necesitan la mano de obra barata de los latinos- y quizá -la verdad, no lo sabemos- por una cuestión moral y humanitaria -once millones de seres humanos en el limbo. El punto es que Graham ganó su primaria cómodamente, toreó con facilidad el ataque desde la derecha y seguirá siendo senador republicano.

Es fácil decir esto desde la distancia, desde el punto de vista del análisis, otra cosa es estar en el lugar de los congresistas republicanos mismos. Muchos de ellos por supuesto, nunca han necesitado de “la lección” de Cantor para estar en contra de la reforma migratoria. Pero hay otros -nadie sabe su número exacto- que al igual que el senador Graham están claros de que el partido necesita de los votantes latinos si quiere ganar otra elección presidencial y de que muchos de los empresarios que dan dinero al partido igualmente están por la reforma.

La pregunta es si seguirán el camino de Graham o si por el contrario, temerosos de ver lo sucedido a Cantor, estarán hoy temblando de miedo ante el regreso de las fuerzas del Tea Party -se suponía que no eran tan fuertes como hace unos años- y dirán no a cualquier intento de que la Cámara baja vote sobre la reforma migratoria. El partido republicano ante uno de los grandes dilemas de su historia reciente.