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Un español y su hijo en el ADN del patrimonio arquitectónico de EEUU

Una historia de éxito: Inmigrante español deja huella en el patrimonio arquitectónico nacional

 Por: Arturo Conde

NBC News

 
Sus cúpulas, los arcos, las bóvedas recubiertas de azulejos que aún pueden verse en algunos  edificios públicos, bibliotecas y estaciones de trenes, parecen esqueletos que sostienen majestuosos  monumentos del patrimonio de los Estados Unidos. Las obras de ingeniería que se encuentran en lugares de interés mundial como Ellis Island, la estación Grand Central de Nueva York y en cinco capitolios estatales de  los Estados Unidos, fueron construidas por un padre inmigrante español y su hijo. Sin embargo, la importancia histórica de esta familia de inmigrantes no ha sido reconocida sino hasta ahora.

Las obras de Rafael Guastavino y su hijo Rafael Jr. son el tema de la exposición que presenta el Museo de la Ciudad de Nueva York. Padre e hijo construyeron más de 1.000 proyectos en todo el país y la exposición está enfocada en 250 obras construidas por encargo.

"Esta es una gran historia estadounidense", dijo John Ochsendorf, profesor de ingeniería civil en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT por las siglas en inglés) y director de la exposición. Las obras muestran las destrezas esenciales que inmigrantes como los Guastavinos aportaron al país, explicó Ochsendorf en una entrevista.

"Nadie podría predecir cuándo [Guastavino] llegó a Nueva York en 1881 que en el momento de su muerte 27 años más tarde, sería el responsable de todos estos edificios increíbles," añadió  Ochsendorf.

Esto también nos recuerda cómo los parques y edificios mantienen viva la cultura y la historia de nuestros pueblos y ciudades. Rafael Guastavino llegó en un momento próspero para Nueva York donde abundaban los negocios y las factorías. Años más tarde, su hijo Rafael Jr. construiría los largos techos arqueados de la Sala de Registro en Ellis Island, la que dio la bienvenida a millones de inmigrantes a los Estados Unidos.

La edad de oro de la industria manufacturera creó buenas oportunidades para la familia Guastavino. En la actualidad, turistas de todo el mundo pueden ver los techos abovedados construidos por padre e hijo en lugares importantes de la ciudad de Nueva York, entre ellos el  Oyster Bar de la Terminal Grand Central, en el Zoológico del Bronx, Prospect Park en Brooklyn, en el Carnegie Hall y en la Catedral de San Juan el Divino, al norte de Manhattan.

Mientras la familia de inmigrantes españoles está siendo reconocida siglos más tarde por el dominio de la construcción de estructuras hermosas y complejas, ellos, al igual que muchos inmigrantes, tuvieron que utilizar todas sus capacidades para superar contratiempos y adversidades.

 “Guastavino no vino a este país para construir bóvedas ", apuntó Ochsendorf.  "Él quería triunfar como arquitecto. Pero después de muchos fracasos, descubrió que su destreza en el  oficio de la construcción era mucho más apreciada entre los arquitectos estadounidenses", señaló.

El primer proyecto de arquitectura de Guastavino en 1886 no incluía ninguna bóveda. Los seis  edificios en fila localizados en el oeste de la calle 78 resaltaban en medio de la sobria arquitectura neoyorquina de piedra oscura por sus arcos en forma de herradura exótica y las fachadas de ladrillo y piedra. Pero el estilo español-islámico de Guastavino no era muy convincente entonces como para ganar los concursos de arquitectura.

La suerte le cambió al constructor español casi 10 años más tarde, cuando el arquitecto Charles Follen McKim utilizó su sistema de bóvedas de azulejos finos en la Biblioteca Pública de Boston. El edificio de McKim, declarado "Palacio del Pueblo", está considerado un monumento del llamado Movimiento de Embellecimiento de la Ciudad, el cual se propuso construir espacios públicos que imitaran en grandeza los valores democráticos estadounidenses.

McKim trabajó en colaboración ​​con Guastavino para exponer los ladrillos y las lozas del techo de la Biblioteca Pública de Boston, en imitación a los arcos y las cúpulas clásicas de la antigua Roma. Para los arquitectos estadounidenses el sistema de bóvedas de Guastavino era algo nuevo, una maravilla de la ingeniería que podía hacerse de forma rápida y barata interponiendo capas de azulejos y mortero. El sistema era particularmente atractivo porque el patrón del mosaico en forma de V era también duradero y resistente al fuego.

Para los neoyorquinos del siglo diecinueve, los que aún recordaban el incendio de 1856 del Observatorio Latting en Manhattan - una torre de madera y hierro de 315 pies que en su momento fue el rascacielos más alto de los Estados Unidos – el tema de los edificios resistentes al fuego constituía una preocupación genuina. Tras el éxito de la Biblioteca Pública de Boston, el sistema de bóvedas de baldosas resistentes al fuego de Guastavino se hizo popular entre los mejores arquitectos estadounidenses, quienes querían construir edificios duraderos.

Finalmente, el constructor español y su hijo crearon una compañía constructora a prueba de fuego. Durante el siglo XX, la compañía de Guastavino creció a nivel nacional y dejó su huella en afamadas construcciones, entre ellas, el Parque Zoológico Lincoln, en Chicago, el Museo Nacional de Historia Natural en Washington, DC, la estación de transporte subterráneo  City Hall en Nueva York y en otros espacios públicos que dan forma al carácter de las ciudades estadounidenses.

"Muchos de nosotros encontramos conexiones personales con la arquitectura", dijo Ochsendorf. El profesor del MIT espera que redescubriendo los proyectos de Guastavino, los estadounidenses puedan entender que dentro del diseño de un edificio está el ADN de nuestra cultura y de la historia, incluyendo a nuestros inmigrantes.