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Opinión: El PRI intenta alejarse de escándalo de prostitución

Opinión: El PRI intenta alejarse del escándalo

Columna de opinión

Por Carlos Rajo

Ciudad de México

En México, se dice, cuesta que un político pierda sus privilegios y posiciones de poder, no obstante los escándalos de corrupción, de ineficiencia en el cargo o cualquier otra cosa similarmente impresentable que en muchos otros países equivaldría a la inmediata muerte política del fulano en mención.

A no ser por supuesto, que el partido en el poder, en este caso el PRI, “el partidazo” como le llamaba el cronista fallecido, decida bajarle el pulgar al político en el centro de la controversia. Y peor todavía, si el sujeto en el ojo del huracán es conocido por nunca haber estado en buenos términos con el presidente.

Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, hasta hace unas horas presidente del PRI en el Distrito Federal, poderoso y millonario líder partidario hijo de otro líder que en su momento fue conocido como el “rey de la basura” debido a que controlaba a la Unión de Pepenadores, dejo de serlo. Abandonó el cargo -pidió ‘licencia’- a petición del líder nacional del PRI César Camacho, aunque según este, Gutiérrez de la Torre lo hizo “libremente”.

“Yo se lo planteé, y él luego de intercambiar algunas impresiones dijo que estaba de acuerdo”, explicó Camacho en una entrevista radial. Según el líder priísta, el escándalo en el que se ve envuelto Gutiérrez de la Torre “no es un asunto menor y no le vamos a quitar el ojo de encima”.

Muy serio y formal, el PRI mismo había pedido antes a las autoridades una “pronta y exhaustiva” investigación sobre las acusaciones contra Gutiérrez de la Torre, por cierto, conocido -aunque le molesta que se refieran a él con ese término- como el “príncipe de la basura” ya que heredó los imperios de su padre -quien fue asesinado por una de sus mujeres en 1987.

Todo se inició el miércoles con un reportaje radial en el programa de la prestigiosa periodista Carmen Aristegui, en el cual una de sus reporteras había respondido a un anuncio clasificado en un periódico mexicano en el cual se solicitaban “edecanes” de entre 18 y 32 años para trabajar en oficinas gubernamentales con un sueldo de entre 8 mil y 14 mil pesos mensuales (alrededor de entre 600 y Mil dólares). La reportera grabó las entrevistas con quienes ofrecían el trabajo y al parecer el puesto era pagado con fondos del PRI del Distrito Federal e incluía eventualmente tener relaciones sexuales con el líder Gutiérrez de la Torre -una ‘red de prostitución’, le ha llamado la prensa.

Gutiérrez De la Torre niega absolutamente las acusaciones. Son una “calumnia”, dijo en el programa radial de Ciro Gómez Leyva, y de que además agregó, no hay pruebas que lo vinculen directamente con lo descrito en el reportaje periodístico (en las grabaciones nunca se escucha al propio Gutiérrez de la Torre).

El hoy ex líder del PRI en el D.F. es todo un personaje en la política capitalina. Según reportes de prensa, entre ellos del periódico Milenio, los que hoy abundan trayendo a cuenta el conflictivo historial de Gutiérrez de la Torre, el sujeto ha estado preso, ha sido vinculado con una golpiza a una rival política del mismo PRI quien terminó hospitalizada y es en general descrito como el líder de una fracción violenta en el partido. Aunque al mismo tiempo ha sido diputado federal y asambleísta del Distrito Federal.

Algunos comentaristas explican por otro lado, que uno de los problemas de Gutiérrez de la Torre es que “nunca aceptó a Enrique Peña Nieto como candidato de su partido a la Presidencia de la República”, tal lo señalado por Miguen Angel Velásquez en la columna “Ciudad Perdida” del diario La Jornada. Que se le toleró, agrega Velásquez, debido a que Gutiérrez de la Torre “fue quien de una u otra forma mantuvo al PRI en las calles de la ciudad de México”.

En el D.F. es la izquierda del PRD la que ha dominado en los últimos quince años y más, con el PRI en un distante papel secundario. Con la salida de Gutiérrez de la Torre se estaría limpiando el camino para presentar un nuevo PRI capitalino.

El distanciamiento “a la velocidad de la luz”, como lo llamó un comentarista, del PRI nacional con Gutiérrez de la Torre hace recordar la manera de actuar del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Cuando había que sacrificar a un político impresentable se hacía sin mayor ceremonia. Muy diferente a lo que había sido hasta hoy la forma discreta y alejada de los reflectores públicos del PRI del presidente Pena Nieto de resolver sus problemas internos.

Lo que habría marcado la diferencia en la forma de actuar fue “el impecable y contundente trabajo periodístico de Carmen Aristegui”, según detalla el columnista Julio Hernández. Reportaje, agrega, que desencadenó “las tensiones contenidas entre la cúpula peñista y el dirigente capitalino indeseado”.