Por Orlando Matos La Habana, 2 de enero.- Estamos en las vísperas de que por primera vez en las últimas cinco décadas el gobierno de la isla le venda autos a los cubanos, sin cortapisas y apegado a los dictados del mercado.
Y justamente en este punto una medida largamente pedida por los isleños, al parecer se torna campo de contradicción nada menos que con los conceptos revolucionarios, los mismos que hasta ahora les impedían el acceso libremente a estos bienes tan preciados en un país de precario transporte.
Todo esto si nos atenemos a lo que vimos y oímos en la Oficina de ventas de autos de segunda mano de la calle 20 en Miramar, donde un grupo de potenciales compradores criticaban sin rodeos los precios de los carros con los que especulaban, pues a primeras horas de tarde aún allí no se habían publicado.
El reclamo principal es que estaban “excesivamente altos” para carros con un elevado nivel de kilometraje recorrido, y a seguidas y con no menos fuerza los reproches se enfocaban en que tales precios “nada tenían que ver con lo pactado a través de la carta”, el antiguo documento de autorización gubernamental para que los cubanos compraran automóviles de uso.
La famosa “carta” era el permiso de compra a precios subsidiados que el gobierno otorgaba a “colaboradores” cubanos que ahorraban divisas –luego de que el estado les descontara elevados porcientos- en ocasión de “cumplir misiones”, como médicos, maestros, constructores y otras profesiones y oficios, en disímiles y usualmente inhóspitos lugares del mundo.
Las autoridades advirtieron desde que se anunció la venta “liberada” de vehículos que las “cartas”, símbolo de un método socialista de ventas, quedaban sin efecto y que sus poseedores deberían comprar los autos a los precios del nuevo mercado, aunque tendrían “prioridad” para ello.
Par de años atrás ya había una diferenciación, toda vez que el gobierno legalizó la compra-venta de autos entre personas naturales, tanto nacionales como extranjeros, residentes permanentes en el país, por supuesto sin control de los precios. Pero ahora es otro capítulo.
Concurrentes a la Oficina de la calle 20 comparaban el dinero acumulado en sus misiones con lo que ahora costarían los autos y se preguntaban para qué habían hecho el sacrificio y si esto era justo. Otros afirmaban que con el dinero mejor se compraban una casa.
Ellos aún no sabían lo que pudimos averiguar un poco más tarde en la Oficina de ventas Peugeot de la Vía Blanca habanera. En este establecimiento se venderán carros del 2013 de esa marca –considerados nuevos- entre 91,113 CUC y 262,185 CUC.
Allí en una tablilla de precios aparecían reflejados los de uso de diversas marcas en un rango de entre 21,450 y 51,000 CUC. Multiplique por 25 para que haga la conversión a pesos cubanos y considere que el salario medio aquí es de 466 unidades de esa denominación monetaria..
Imagínese ahora que se dirá mañana en la calle 30, la Vía Blanca y en cuanto sitio se vendan vehículos en este país en virtud de la entrada en vigor del decreto 320 del Consejo de Ministros.
Como dice un dicharacho cubano: mañana es cuando es.