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¿Hay luz al final del túnel en el fútbol mexicano?

¿Hay luz al final del túnel en el fútbol mexicano?

Por Carlos Rajo

La ilusión que habían creado los jóvenes futbolistas mexicanos se topó con la brutal realidad de una Nigeria que superó a México de punta a punta y que con una victoria de 3 a 0 se coronó Campeón Mundial en la categoría sub-17.

Lo de México, sin embargo, es grande. No sólo porque se alcanzó el sub campeonato en un campeonato mundial, sino porque debido al momento oscuro que vive el fútbol mexicano, todo lo que han hecho los jóvenes se mide en relación a lo que sucede con la selección mayor.

Extraño esto de comparar o relacionar un equipo nacional mexicano con otro. Las diferencias entre los juveniles de menos de 17 años y los profesionales son enormes. No sólo en lo obvio que es la edad, sino en el desarrollo futbolístico y la actitud ante el fútbol mismo. Pero de nuevo, es tal la falta de éxitos de la selección mayor que lo de los jóvenes se veía como una especie de confirmación de que al final del día el fútbol mexicano no es tan malo. De que hay alguien todavía por ahí que pone por lo alto al famoso Tri.

La derrota ante Nigeria no desmerita todo lo bueno que hizo el equipo mexicano en el Campeonato Mundial sub-17. Nigeria ganó simplemente porque es mejor equipo. Tan así, que ya le había ganado a México en la ronda eliminatoria por  6 a 1. No hay mucho que decir de una final en el que Nigeria fue superior en todas las áreas.

Hubo un autogol mexicano a los 5 minutos y de ahí todo fue en bajada para el joven Tri. Nigeria fue superior en lo físico y en lo futbolístico (más de algún comentarista mexicano sugirió que los nigerianos pareciera tenían ‘cachirules’, el término que inventó México para el fútbol mundial cuando en un torneo presentó jóvenes que eran mayores para la categoría).

Lo que vale destacar es la actitud de la selección juvenil a lo largo del torneo. Precisamente luego de esa derrota ante Nigeria en el primer partido del campeonato se pensaba que México, nada menos que el Campeón Mundial del pasado torneo, se caería en pedazos. Pero no fue así. No sólo se llegó a la final sino que en el camino se dejó a potencias del fútbol internacional como Italia, Brasil y Argentina.

Durante los últimos días la discusión en México ha sido sobre el por qué la selección juvenil -y no sólo esta sino las varias que han habido en los últimos años que han conquistado dos Campeonatos Mundiales- juegan como juegan y muestran la actitud que han mostrado en este último torneo en los Emiratos Árabes Unidos en contraste con la selección mayor.

La gran interrogante o asunto que todo el mundo futbolero quisiera tener una explicación es sobre el por qué estos jóvenes mexicanos juveniles son de una manera y cuando llegan -los pocos que llegan- al profesionalismo son jugadores distintos. Más de alguien ha dicho que parte del problema del futbol mexicano de liga mayor tiene que ver con este paso de ser juvenil a ser profesional.

Una posible respuesta es que muy pocos de los jóvenes que destacan en las selecciones juveniles llegan al profesionalismo. Y no necesariamente por el filtro normal que existe en todo deporte de que sólo unos pocos llegan a las ligas mayores, sino en especial porque el fútbol mexicano profesional está estructurado de tal manera que hay poco espacio u oportunidad para los jóvenes. Que es tal la urgencia por ganar en los campeonatos cortos que se juegan en México que los entrenadores y directivos prefieren traer jugadores ya hechos del extranjero que darle la oportunidad a juveniles mexicanos.

Se habla también de que algo pasa en la mente y personalidad de los jugadores mexicanos jóvenes que los que llegan a liga profesional llegan cambiados. No sólo el cambio normal de ser adultos sino el cambio de actitud. De que cuando son jóvenes con el Tri muestran una humildad, espíritu de lucha y amor por la camiseta que de alguna manera se pierde cuando están con el Tri ya como profesionales.

Y no es que se insinúe que un profesional no entregue todo por México. Es sólo que el jugador de liga mayor mexicana lleva una vida un tanto acomodada o relativamente fácil en la que gana mucho dinero sin necesidad de exigirse mucho. Que se va formando en la mente del jugador un estado de conformismo o de falta de iniciativa que  en cierto sentido se traslada a cuando se juega con la selección.

Sobre la selección juvenil misma valga decir que mucho de lo bueno que se ha hecho se le debe al entrenador Raúl Gutiérrez, quien fue el mismo quien condujo al Tri juvenil en el 2011 cuando ganó el Campeonato Mundial sub-17 jugado en México. El sólo hecho de que se le dejara en el cargo por dos torneos habla de algo que no sucede con la selección mayor, donde la tónica es el frecuente cambio de entrenadores. Gutiérrez, por supuesto, tiene la virtud de que ha optado por el relativo bajo salario de entrenador de los juveniles por lo mucho más que ganaría entrenado a cualquier equipo mexicano profesional.

La ilusión que daban los juveniles entonces quedó en eso. Una ilusión que venía no sólo de lo bien que habían jugado y de la actitud que habían mostrado, sino en especial de la necesidad del mundo futbolero mexicano de agarrarse de algo. De ver la luz al final del túnel en esa obscuridad que hoy vive el fútbol mexicano a nivel de selección mayor.

Con todo, de alguna manera el clima previo al partido del Tri mayor con Nueva Zelanda en la busca del último boleto al Mundial es hoy diferente. Los muchachos de la sub-17 como que airearon el ambiente. Le recordaron al país futbolero que México es alguien en ese planeta fútbol del mundo. La cita para el Tri es el próximo miércoles en el estadio Azteca, por cierto, ante un país para el cual su deporte nacional es el rugby y en donde su misma población opina que México es el favorito.