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Al bebé Antonio lo mataron de un balazo

Al bebé Antonio lo mataron de un balazo

Por Carlos Rajo/Columna de Opinión

Cuenta la madre que empujaba el coche con su hijo Antonio de 13 meses cuando dos jóvenes, uno de al menos doce años y el otro no mayor de quince, le pidieron dinero.

“No tengo”, les dijo. “Entonces voy a matar a tú bebé”, respondió uno de los jóvenes según relató la mujer.

“Puse mis brazos encima de mi bebé y él (uno de los jóvenes) me empujó”, siguió contando la madre en una entrevista con la estación de televisión WAWS de la cadena Fox en el estado de Georgia.

En ese momento “le disparó a mi bebé en la cabeza”.

Antonio murió del balazo. La madre, Sherry West, terminó con una herida de bala en una pierna y con rasguños en una oreja. De los dos supuestos muchachos no se tiene pista.

“Hasta este momento no hay un motivo claro (del crimen)”, explicó el oficial Todd Rhodes, del Departamento la policía de Brunswick, la ciudad-puerto del estado de Georgia donde ocurrió el incidente en la mañana del jueves. “Estamos investigando este crimen a lo máximo”.

Más allá de los móviles del crimen que terminó con la vida del bebé Antonio, o de que lo sucedido en Brunswick puede pasar en cualquier otro lugar del país -o del mundo inclusive-, es difícil no ver el hecho en el contexto del debate sobre el control de armas que se da en este momento en la nación.

Antes de analizar sobre si el joven que según la madre mató a su bebé y su compañero son un par de delincuentes juveniles sin educación, sin sentimientos o faltos de toda esperanza hacia el futuro, antes además de meterse a los detalles raciales del caso -la madre es blanca y según su descripción los dos jóvenes son afro americanos-, o antes de cualquier otra consideración social, económica o de lo que sea, lo cierto es que es un caso más de violencia con armas de fuego. Alguien, con un arma, le disparó a un niño en Estados Unidos.

La pregunta que muchos se hacen desde la masacre de 20 niños en la escuela Sandy Hook en Newtown, Connecticut, es ¿por qué hay tantas armas en la sociedad estadounidense? ¿Podrá hacerse algo para limitar el fácil acceso a las armas?

En los últimos días han pasado cosas en el país en este tema del control de armas no muy alentadoras para aquellos que quieren más restricciones en el acceso a las armas. Es un poco como el gran ruido que se generó en todo el país luego de la muerte de los niños de Newtown -el propio Presidente Obama dejó entrever que habría legislación al respecto para limitar el acceso a ciertas armas. Fue como una llamarada que poco a poco se fue extinguiendo.

Esta semana el líder del Senado, Harry Reid, decidió que no se llevara a votación ante el pleno del Senado el proyecto de ley que fue aprobado la semana anterior en Comité que prohíbe la venta de las llamadas armas de asalto (fusiles aumáticos y similares).

Sí, con toda seguridad alguien podrá decir que lo de las armas de asalto no tiene nada que ver con lo ocurrido con el bebé Antonio. Que con lo que dispararon fue una pistola, o revolver, y que aunque existiera esa ley que el senador Reid ha dado por muerta en el Senado, los jóvenes hubieran siempre podido conseguir el arma de menor calibre con la que según la acusación de la madre terminaron con la vida de su bebe de 13 meses.

Cierto. La ley prohibiendo las armas de asalto -aun si fuese aprobada- no impediría que sigan circulando las millones de otras armas de fuego que hay en el país -alrededor de 300 millones. Pero el punto es que el fracaso de ese proyecto de ley es un buen símbolo de lo complejo que es tema del control de armas.

Así como en diciembre tras la masacre en Newton parecía que la mayor parte de la población apoyaba las restricciones a la venta de armas, y que los políticos también parecían haber escuchado el mensaje de los votantes, hoy en marzo es otra la realidad. Ni siquiera el presidente Obama tuvo éxito en el tema.

Uno recuerda como en su discurso a la Nación de febrero pasado el mandatario habló con mucha pasión sobre el daño que causa, y las vidas que destruye, la violencia con armas (anualmente unas 30 mil personas). “Ellos merecen un voto”, reclamó Obama en referencia a los padres de los niños de Newtown y a que el Congreso votara por leyes que limiten el acceso a las armas de fuego.

Hoy por boca del Senador Reid sabemos que no habrá tal voto. A lo mucho, lo que aprobará el Congreso es una ley haciendo más estricta la revisión de los antecedentes penales de la persona que quiere adquirir un arma.

El senador Reid tiene sus razones para no llevar al pleno del Senado la ley prohibiendo las armas de fuego. Como él mismo lo señaló, no tiene los votos para que se apruebe. Son no sólo los senadores republicanos los que no quieren que pase la ley sino que también varios demócratas, los cuales tienen miedo que su mayoría y el control del senado puedan estar en peligro en las elecciones del 2014. Además, aunque hubiese pasado el Senado después moriría con toda seguridad en la Cámara baja donde los republicanos son la mayoría.

Alguien podrá argumentar que lo moralmente correcto hubiese sido llevar el proyecto de ley prohibiendo las armas de fuego al pleno del Senado. Que con ello se hubiese mostrado qué senadores estaban por el control de armas y qué senadores optaban por no enemistarse con el llamado “lobby” o grupos de influencia que están en contra de todo control de armas. El problema es que en política vale más la sobrevivencia en el puesto que los valores morales.

Volviendo a Brunswick, debe quedar claro que por el momento sólo se tiene el testimonio de la madre del bebé Antonio. Es posible que hayan más detalles que compliquen la descripción inicial de lo sucedido, que como se dijo, alguien quiera introducir elementos raciales al caso o que simplemente la verdad sea más complicada. Nuestro análisis surge de lo que hasta hoy sabemos.

En la misma entrevista televisiva la madre relató en llanto como su hijo estaba dormido y nunca se dio cuenta de lo sucedido. “No tuvo oportunidad ni de despertarse”. El joven, añadió West, “le disparó en su sueño, en su cara”.

El papá del bebé Antonio, de nombre Luis Santiago, se lamentó de no haber estado en el lugar para proteger a su familia. “Era especial”, dijo el padre refiriéndose a su hijo. “Tenía los ojos más, más azules”.