Opinión
Carlos Rajo, Noticias Telemundo
Ciudad de México - Algo extraño sucede en este México futbolero del 2011. En épocas pasadas una semifinal ante Brazil sería ya de entrada una sorpresa por el solo hecho de jugarla. Ni mucho menos por supuesto, la ilusión de ganarla.
Hoy es diferente.
Aun cuando no hay falso triunfalismo y se está claro de todo lo que significa enfrentar al gigante sudamericano, se percibe en los medios y entre los aficionados una especie de confianza en que la selección mexicana Sub 20 puede dar la hazaña.
Y no por suerte o por esos imponderables del fútbol como ganar en los penalties, sino por calidad. México tiene equipo ahora con pasta de campeón.
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Lo demostró en el partido de cuartos de final ante el local Colombia, al que derrotó 3-1 después de permitir el empate a uno por un grosero error de su arquero. Salir adelante de momentos críticos de un partido es parte de ese temple que hace a los equipos campeones.
Pero esto de México y el éxito de sus jóvenes futboleros es más que la Sub 20 por supuesto. El país recuerda como si hubiese pasado ayer la hombrada de sus jóvenes de la Sub 17 que en el mismo Estadio Azteca conquistaron hace un par de meses el Campeonato Mundial de la categoría derrotando a Uruguay. Antes habían ganado una semifinal histórica ante Alemania en la que uno de los jóvenes seleccionados sufrió una herida en la cabeza y jugó vendado. El que haya metido el gol así vendado y todo, sólo añadió detalles a la leyenda.
Y ni hablar obviamente, del otro gran triunfo de México cuando en el 2005 salió campeón también de ese torneo Mundial Sub 17.
Hay un par de preguntas entonces que hacerse en torno a estos triunfos del fútbol joven mexicano. Es esto producto de la casualidad, de las circunstancias de un partido o torneo o es que en efecto algo se está haciendo bien.
Algunos hablan de que cada caso es diferente. De que es asunto de generaciones, de grupo de muchachos que se juntaron y se entendieron. En fin, de que no hay todavía una constante que haga concluir que hay un antes y un después en el futbol mexicano de selecciones jóvenes.
Otros en cambio, señalan que lo que ahora vemos es producto de años de trabajo. De planeamiento, de esfuerzo de los clubes de primera división al destinar recursos para el cuido, entrenamiento y desarrollo de estos jóvenes futboleros.
Pero hay también otra pregunta, igual sino quizá más importante. ¿Por qué no se refleja a nivel de selección mayor estos triunfos de las selecciones jóvenes? ¿Por qué México es potencia en selecciones juveniles y no en la selección profesional?
Será por las grandes cantidades de dinero que se mueven el fútbol de primera división. Será que una vez que alguien ingresa al profesionalismo cambia de personalidad. Será que la camiseta tricolor pesa menos cuando se es joven e irresponsable que cuando se es mayor y adinerado.
No hay respuestas fáciles. Lo único cierto es que si la semifinal del miércoles fuera a nivel de selecciones mayores no hubieran dudas sobre quien sería el favorito. Hoy no hay tales, aun con el mismo Brazil los mexicanos piensan que pueden ganar. FIN.