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¿Debería Obama tomarse unas vacaciones?

¿Debería Obama tomarse unas vacaciones?

Ricard González/Washington/El Mundo.es

Una vez dejado atrás el debate sobre la elevación del techo de la deuda, los comentaristas políticos estadounidenses se han ocupado esta semana de un tema más liviano: habida cuenta del retroceso de la economía de EEUU, ¿debería tomarse Barack Obama unas vacaciones? ¿Si lo hace, sería correcto alquilar una lujosa mansión en la selecta isla de Martha\'s Vineyard?

Habitualmente, los presidentes de EEUU se toman un par de semanas de vacaciones en el mes de agosto. A George Bush, le gustaba pasar este periodo en su rancho de Crawford, en Texas. El presidente Obama, en cambio, en sus dos primeros años en la Casa Blanca se decantó por Martha\'s Vineyard, una isla con resonancias kennedianas, y donde también Bill Clinton pasaba sus periodos estivales de asueto.

Numerosos estrategas políticos, tanto republicanos como demócratas, aconsejan al presidente que este año se olvide de sus vacaciones, sobre todo por una cuestión de imagen. “Políticamente, la imagen del presidente de vacaciones en Martha\'s Vineyard, mientras los mercados se encuentran al borde del colapso, enviaría un mensaje horroroso”, sostiene el ex congresista republicano Joe Scarborough.

Obama siempre está muy atento a los mensajes que susurra la opinión pública a través de las encuestas, pero también ha demostrado en repetidas ocasiones que otorga una gran importancia a la vida familiar, y no cree que la actividad política le absuelva de sus compromisos familiares. Por ejemplo, en vísperas de las elecciones 2008, el entonces candidato demócrata no dudó cancelar varios mítines para desplazarse a Hawaii a visitar a su abuela, que se encontraba en el lecho de muerte.

Así pues, me inclino por pensar que Obama no renunciará a sus vacaciones, ni a pasar un tiempo de descanso con sus hijas. Ahora bien, conociendo su tendencia por buscar una salida intermedia a todo dilema político, no me extrañaría que, o bien las recortara, dejando algunos días solas a Michelle y las niñas, o bien cambiara su destino.

En lugar de la exclusiva Martha\'s Vineyard, podría escoger pasar unos días en el retiro presidencial de Camp David, su residencia muchos fines de semana. Ciertamente, alquilar una mansión por centenares de miles de dólares cuando el americano medio siente los efectos de la crisis podría interpretarse como una falta de sensibilidad.

En todo caso, más allá de las cuestiones de imagen, y del riesgo de exponerse a los ataques oportunistas de sus adversarios, no hay ninguna razón de peso para que Obama cancele sus vacaciones. Para empezar, vistas las muestras de envejecimiento acelerado que refleja su rostro, tiene derecho a un merecido descanso, como todo trabajador. Incluso se puede argumentar que, después de recargar baterías, su rendimiento mejorará en un otoño que se presenta caliente.

Además, como apuntó Jay Carney, el portavoz de la Casa Blanca, las “vacaciones presidenciales no existen. La presidencia viaja con uno”. Esté donde esté la próxima semana, Obama no desconectará del todo, y le acompañarán algunos de sus asesores por si estallara alguna crisis.

Con el Congreso de receso hasta el 7 de septiembre, poca cosa puede hacer el presidente desde la Casa Blanca en agosto. Ahora bien, ya sea en Camp David, en Martha\'s Vineyard o donde sea, Obama debería dedicar algún tiempo a preparar un paquete de iniciativas para presentar en septiembre con el objetivo de reactivar el crecimiento y la creación de empleo.