Una de las tendencias más populares entre mamás jóvenes es la placentofágia, o comerse la placenta tras dar a luz. Se trata de deshidratar el órgano, molerlo, y encapsularlo en pequeñas pastillas que se toman durante los días después del parto. Kourtney Kardashian y January Jones están entre las famosas que dicen beneficiarse de esta tendencia.
No hay mucha información disponible. Sólo existen 10 estudios sobre la placentofágia desde el año 1950 y todos han tienen resultados inconclusos. Seis de los estudios eran basados en animales.
La verdad es que no hay suficiente información sobre los pros o los contras de este acto.
No es regulado. Hay varias compañías que se especializan en encapsular las placentas y hasta existe un libro de recetas culinarias para usar la placenta. Pero, no existe un producto o método aprobado por la FDA para crear o administrar estas pastillas.
La verdad es que si quieres encapsular tu placenta, tendrás que buscar un “especialista” y existen riesgos. La falta de regulación sobre cómo se guarda y cómo se preparan estas cápsulas significa que las dosis cambian con cada practicante. En realidad, so sabes lo que te estás tomando.
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Es controvertido. Uno de los debates más fuertes en contra la placentofágia es que algunas personas lo consideran canibalismo. Ya que lo que estás ingiriendo es humano, y para mucho es suficiente para declararlo malo éticamente.
Los beneficios. Según los seguidores de esta tendencia, el ingerir las pastillas de placenta puede aumentar la producción de leche materna y regular tu ánimo después de dar a luz para prevenir la depresión post parto.
Existen riesgos. La placenta no es estéril y puede tener suficiente bacteria como para dañar tu cuerpo. Además de bacteria, también puede contener mercurio, cadmio, y plomo. El hecho de que muchas mujeres deciden ingerirlo crudo en vez de cocinado aumenta este riesgo.
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