Stephen Hawking, uno de los científicos más famosos del mundo, murió hoy con 76 años de edad. Todo en él fue excepcional, tanto su mente como la enfermedad con la que convivió más de medio siglo. ¿De qué se trataba esta condición?
El peor diagnóstico
Hawking tenía 21 años y estudiaba cosmología en la Universidad de Cambridge, cuando le diagnosticaron ELA: esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como “enfermedad de Lou Gehrig”. Los médicos le pronosticaron 2 a 5 años de vida, recopila el sitio Biography.
El joven ya había notado algunos problemas físicos ‒se había tropezado y caído, le costaba un poco hablar‒, pero fue su padre quien finalmente lo llevó al médico que le daría la peor noticia.
Músculos sin control
ELA (ALS, en inglés) es una enfermedad neurodegenerativa, progresiva, que afecta a las células nerviosas del cerebro y de la médula espinal, describe el sitio de la Asociación ALS. Básicamente, el cerebro va perdiendo la capacidad de iniciar y controlar el movimiento de los músculos.
Con el tiempo, la persona no puede mover brazos, piernas o el cuerpo en general. Cuando los músculos en la zona del tórax dejan de trabajar, se vuelve difícil o imposible respirar, explica el sitio MedlinePlus.
Quizás te recuerde a algo la sigla ALS... Esta terrible condición se volvió viral en 2014 gracias al Ice Bucket Challenge, un desafío que sirvió para concientizar sobre el problema y recaudar fondos para investigación.
5 de cada 100,000 personas afectadas, en el mundo
Y todavía no se entiende del todo qué causa la ELA. Se sabe que, en muchos casos, existe un defecto genético detrás, explica el sitio MedlinePlus.
No hay hoy en día una cura o tratamiento que detenga o revierta la enfermedad, pero sí medicamentos y terapias para frenar su avance, según la Asociación ALS.
Los primeros síntomas suelen incluir debilidad muscular, sobre todo en brazos y piernas, y dificultades para hablar, tragar o respirar.
3 a 5 años de supervivencia, en general
La enfermedad suele diagnosticarse después de los 50 años, recopila la revista Scientific American. Pero el caso de Hawking demuestra que la medicina no es matemáticas, y que ELA puede ser una condición muy, muy variable.
Tal como explica a la publicación Leo McCluskey, profesor asociado de neurología y director médico del Centro ALS en la Universidad de Pennsylvania, la expectativa de vida suele depender de dos cosas. Por un lado, el estado de los músculos respiratorios. Por otro, el deterioro de los músculos de la deglución, ya que esto puede llevar a malnutrición y deshidratación.
Los expertos creen que en Hawking la enfermedad progresó más lentamente que lo usual. Sea cual fuera el caso, es una prueba de que no hay que darse por vencido. Resuena en nosotros su famosa frase: “A pesar de lo difícil que pueda parecer la vida, donde hay vida, habrá esperanza”. Hasta siempre, maestro.
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